La enfermedad es el camino que nos lleva hacia la curación
Nuestro cuerpo es un universo que funciona con la misma perfección, precisión e inteligencia que el cosmos.
El 99,999% del átomo es vacío, por lo que nuestro cuerpo está proporcionalmente tan vacío como el espacio intergaláctico. Aunque nuestros sentidos, nos digan lo contrario.
Somos vacío y energía vibrando armónicamente. Energía es información inteligente, es vibración y por tanto es, sonido. Nuestro cuerpo también es como un delicado instrumento musical que puede desafinarse, cualquier perturbación en él lo puede afectar.
Muchísimas veces la enfermedad es el resultado de nuestra forma de pensar y de sentir, y sobre todo de nuestra actitud frente a los sucesos y circunstancias de nuestra vida que modifican nuestra energía. Porque muchas veces no es lo que nos pasa en la vida, sino como nosotros reaccionamos frente a los acontecimientos.
Nuestra forma de ver la vida, es lo que determina como nos va en la vida. Síntomas y enfermedades, manifestaciones físicas de conflictos psicológicos y emocionales. No son otra cosa que la punta del iceberg. Lo que se ve a simple vista, es una pequeñísima parte. La verdad permanece oculta en nuestro subconsciente.
El que busca verdaderamente una solución a su enfermedad tiene que ir hacia su interior para poder sanar. Sobre todo si padece una enfermedad incurable, porque enfermedad incurable en realidad quiere decir curable desde el interior, desde nuestra conciencia.
Cuando una persona sufre un desequilibrio en su interior más profundo a nivel psicológico o mental, se manifestará en su cuerpo como un síntoma o una enfermedad física o psíquica. Un síntoma o una enfermedad es un toque de atención, nos están avisando de que prestemos atención, porque algo erróneo está pasando.
Es un mensaje del alma, un aviso del universo, es hora de hacer un cambio en nuestra vida. Muchas veces es cuestión de cambiar nuestra forma de pensar, de sentir y de ver la realidad. Ya que nuestra forma de ver la realidad, determina nuestra realidad.
¿Con que ojos sueles mirar la realidad? El síntoma o la enfermedad son procesos físicos visibles de un proceso nuestro psicológico invisible. El síntoma no es un monstruo al que debamos eliminar, es sólo un sistema de alarma que se ha puesto en funcionamiento, es una lucecita roja que se ha encendido, avisándonos de que algo en nuestro interior no anda del todo bien.
De la misma forma que tampoco hay que eliminar la fiebre, sólo controlarla, que no sobrepase los 40º. La fiebre en realidad nos cura, hace que el metabolismo de todo nuestro cuerpo se intensifique de tal forma que quema todas las toxinas, virus, bacterias o todo tipo de desechos metabólicos que ensucian nuestro medio interno. La fiebre en realidad, no sólo está acelerando el proceso de curación, sino que nos está sanando.
Para curarnos lo que hay que hacer es investigar en nuestro interior más profundo y buscar la causa de la enfermedad. Hay que apartar la mirada del síntoma o de la enfermedad y buscar más allá. Ir al origen, ir a la raíz del problema.
La enfermedad sólo tiene un fin, ayudarnos a reparar nuestras faltas, errores o carencias. La enfermedad en realidad es el camino hacia la curación. De hecho saca al exterior lo que estaba escondido y oculto. La enfermedad es el camino hacia la perfección, porque nos mejora como personas (sino a la corta, a la larga) y nos aporta una serie de valores que quizás antes no teníamos.
Si hacemos examen de conciencia, finalmente descubriremos la parte positiva que nos aporta la enfermedad. Si realmente queremos curarnos, deberemos sincerarnos con nosotros mismos y llevar estas faltas o carencias a nuestra conciencia, reconocerlas como tal. Muchas veces el problema no es tener faltas, defectos o carencias, sino no darse cuenta de ellos. Reconociéndolos, tenemos hecho la mitad del camino.
Todo el mundo ve los defectos de los demás, pero ¡que difícil es ver nuestros propios defectos! Muchas veces las personas con las que interactuamos, son espejos de nosotros mismos. Aunque nosotros nos veamos muy diferentes a ellas, en el fondo no lo somos. La sinceridad para con uno mismo es una de las más difíciles peticiones que nos podemos hacer.
El síntoma y la enfermedad ponen en evidencia cuestiones reprimidas y mantenidas ocultas, y por tanto nos hacen sinceros
El ser humano tiene que aprender a comprender lo que la enfermedad viene a decirle. Cada trastorno, molestia o síntoma que ocurre en nuestra vida significa que hay una necesidad no cubierta. Debemos descubrir cuales son esas necesidades. Y descubrir las pautas mentales causantes, la mayoría de las veces suelen ser rabia, crítica, auto-crítica, resentimiento, culpa, problemas afectivos, agresividad sin canalizar, problemas sexuales y todo tipo de pensamientos y emociones negativas.
Las personas con enfermedades cardiacas suelen ser personas que algo las ha obligado a cerrarse a la intimidad y al amor. Han endurecido su corazón. Y sólo se rompe un corazón duro. Estas personas que no escuchan a su corazón, que sólo se dejan llevar por la razón y la mente, acaban padeciendo alguna enfermedad del corazón. Finalmente el corazón toma el mando, y acaban a la fuerza prestando atención a su corazón.
Los enfermos de cáncer suelen ser personas que mantienen algún tipo de resentimiento de larga duración, o problemas emocionales pendientes con el pasado, que los hacen sentirse profundamente heridos.
La anemia está relacionada con una falta de alegría ante el proceso de la vida misma y con un sentimiento de no valer.
Las personas con hipoglucemia perciben la vida como una carga y se sienten abrumadas por esa pesada carga.
Hay una forma correcta de comer, basada en la adecuada proporción de hidratos carbono, proteínas y grasas que si la ponemos en práctica nos ayudará a solucionar este problema.
Las personas con diabetes (hiper-glucemia) tienen un afán no reconocido de realización amorosa y no son capaces de aceptar y abrirse al amor. El amor y lo dulce tienen una estrecha relación. El niño disfruta con el dulce, está en un periodo de su vida, en que necesita mucho amor. Y un adulto con carencias afectivas tenderá a darse un gusto con un dulce o con la comida en general, intentando compensar esa carencia.
Las personas con reumatismo tienen un sentimiento de víctima, una carencia afectiva y una amargura crónica.
Las personas con enfermedades artríticas suelen ser muy críticas con ellas mismas y con los demás, tienen una tendencia obsesiva a fijarse en lo negativo de la vida y de las personas. Y eso no hace sino que empeorar su mal. No se sienten amadas.
Las personas con colón irritable, suelen tener miedo a relajarse, y sienten inseguridad.
La crisis persistente detos, en realidad es un deseo de ladrar al mundo, deseos que ser escuchado y tenido en cuenta.
Las personas con vértigo, tienen una obstinada negativa a mirar, porque lo que ven no les agrada. Sus pensamientos están dispersos, van y vienen.
Las personas con problemas de tiroides, sienten que no pueden nunca hacer lo que desean, además de un sentimiento de humillación.
Hipotiroidismo, desesperanza, bloqueo, la persona renuncia a todo intento.
Hipertiroidismo, rabia por ser dejado de lado.
Problemas en la piel, sentimientos de miedo, angustia, sensación de amenaza, problemas nerviosos. La piel es el órgano más grande de nuestro cuerpo, es una gran superficie de proyección donde se muestran procesos psico-somáticos.
Erupción cutánea, problemas de contacto, roce y relación. Stress nervioso, miedo.
Acné juvenil, es la atracción y el miedo al instinto recién despertado de la sexualidad. No aceptación de uno mismo.
Psoriasis, la piel se vuelve como una coraza, uno se defiende protegiéndose. Detrás de toda defensa hay miedo a ser heridos. Cuanto más robusta la coraza, más sensibilidad y más miedo escondidos.
Prurito, irritación, ardor por temas de sexualidad y agresividad.
La conjuntivitis está muy relacionada con actitudes de enfado y frustración con lo que se ve en la vida.
El orzuelo, los niños y las personas con esta inflamación del párpado suelen ver la vida con ojos airados. Hay algo que les produce enfado.
Cataratas, lo que se ve, no produce alegría y no gusta, por tanto se cubre con una tenue cortina para mitigarlo.
Migrañas, las pueden producir muchos factores, desde un estreñimiento, tensión nerviosa, stress, ayuno, intolerancias y alergias ante un alimento, insatisfacción sexual (falta orgasmos), resistencia ante el fluir de la vida, auto-critica, invalidación de uno mismo, miedo.
Problemas en la garganta, laringitis, afonía, furia que impide hablar, impulso tremendo a hablar e incapacidad y miedo de hacerlo.
Nudo en la garganta, miedo, desconfianza.
Amigdalitis, miedo, rabia, emociones y creatividad reprimidas, la persona no puede ser ella misma.
Vegetaciones, conflictos familiares. Niño que se siente un estorbo.
Enfermedades pulmonares. Mediante la respiración todos estamos en contacto, respirando el mismo aire. Por muy deseosos que estemos de encerrarnos en nosotros mismos, la respiración nos obliga a mantener la unión con los demás. Los pulmones representan la capacidad de comprender e inspirar la vida. Son el contacto, la relación y la comunicación con el entorno. Aflicción, depresión, miedo de inspirar la vida. Sensación de no ser digno de vivir plenamente, problemas de contacto y libertad.
Asma, problemas de contacto, roce y relación. Miedo.
Pulmonía, Neumonía, heridas emocionales sin cicatrizar, no se permite su curación. Cansancio de la vida. Enfado.
Bronquitis, ambiente familiar conflictivo, peleas, gritos. Falta de comunicación, silencio.
Dolores, en general. Sentimiento escondido de culpa. La culpa busca castigo y el dolor es el castigo. Resistencia a lo que es. La resistencia crea más dolor. Algo necesita un cambio.
Meteorismo, dolor por acumulación de gases. Aferramiento de ideas y posturas. Temor. Ideas no digeridas.
Aerofagia, angustia, indigestión, esforzarse en aspirar la vida.
Enfermedades sanguíneas, las personas con este tipo de problema suelen padecer o haber padecido de problemas y conflictos familiares graves.
Las personas con sobrepeso suelen tener sentimientos de miedo y se suelen sentir desprotegidas, en muchos casos suelen ser personas con carencias afectivas e insatisfacción sexual. La comida se convierte en un paliativo de su insatisfacción, del tipo que sea. El sobrepeso también lo favorece la soledad, el aburrimiento, la tristeza, el rechazo, un sentimiento de fracaso, la sensación de impotencia, y las ideas negativas. La única dieta efectiva, es la abstención de pensamientos negativos. Muchas veces engordan más los remordimientos por el alimento que te estás comiendo, que el alimento en sí. Porque si tu crees que te engorda, ten seguro que lo hará. Creer es crear.
Periodontitis (piorrea). Cólera ante la incapacidad de tomar decisiones.
Anorexia nerviosa, mujeres que no quieren ser mujer, repudio a la feminidad y a la sexualidad. Miedo al sexo, a la proximidad y al calor. Egocentrismo encubierto, ansían atención y la consiguen por medio de la enfermedad. Tienen que hacer consciente su deseo de amor, sexo y egocentrismo.
Depresión, sentimiento de desesperanza. La agresividad no expresada o canalizada, se re-dirige hacia dentro, temor tanto a la vida como a la muerte. La agresividad hacia uno mismo, alcanza su máximo en el suicidio. Sentimiento de culpabilidad, baja auto-estima, ideas y pensamientos negativos recurrentes.
Ansiedad, la otra cara de la depresión. Depresión y ansiedad, distintas manifestaciones de la misma enfermedad. Pensamientos y creencias negativas. Se tiende a proyectar la mente en el futuro, lo que no nos permite vivir el presente. La preocupación y el sufrimiento psicológico, es un camino directo a la enfermedad. La fiebre de la prisa, aumenta la ansiedad.
Insomnio, Miedo, culpa, pensamientos negativos. Desconfianza en el proceso y fluir de la vida. Angustia, miedo de la vida, falta de confianza en el proceso de la vida. Resistencias, falta de fluidez. Pensamientos negativos. Apatía, negativa y resistencia a sentir, porque no agrada lo que se ve y se siente. Miedo.
Esclerosis múltiple, rigidez mental, dureza de corazón contra sí mismos y contra el mundo, miedo, inflexibilidad. No aceptar otra forma de ver las cosas. Su mismo nombre ya lo indica, múltiples endurecimientos. Al ser incapaces de imponerse, su frustración la interiorizan re-dirigiéndola contra sí mismos.
Problemas de espalda, se suele sentir una falta de apoyo en la vida. Suelen ser personas que se sobrecargan de trabajo y presión, más de la que pueden aguantar. Y sienten este exceso de tensión en forma de dolor de espalda. Cargar demasiada responsabilidad sobre nuestras espaldas revela un afán oculto de grandeza o quizás un complejo de inferioridad.
En la parte superior es un sentimiento de falta de apoyo emocional. Sensación de no ser amado.
En la parte media, sensación de llevar una pesada carga, atascamiento en el pasado.
Las personas con dolores en la parte baja de la espalda suelen padecer constantes problemas económicos en su vida, o al menos esa es la percepción que ellos tienen. Sienten una falta de apoyo económico.
Ciática, temor al futuro y a carecer de bienes materiales, inseguridad ante el porvenir. Rencor, agresividad reprimida, rechazo a algo o a alguna persona.
Tortículis, falta de flexibilidad en nuestras opiniones y forma de ver la vida, rigidez de pensamiento. Terquedad.
Problemas de estómago, Incapacidad de digerir, asimilar lo nuevo en nuestra vida. Temor a lo nuevo. Falta aceptación.
Indigestión, miedo visceral, terror, angustia. Quejarse por todo.
Estreñimiento. Temor a soltar. Sentimiento de falta y carencia. Negativa a abandonar viejas ideas. Tacañería. Mezquindad.
Hemorroides, rabia por el pasado, temor a soltarse, sensación de carga.
Fibromas, quistes. Resentimiento, rencor contra la pareja afectiva. Sentimiento de "me han lastimado y herido injustamente".
Fibrosis quística, convicción de que la vida no va a ir bien, sentimiento de víctima.
Problemas en las articulaciones, representan cambios en la orientación de la vida, y la dificultad con que se llevan a cabo. Resistencia al cambio. Los cambios producen miedo.
Los riñones son la sede de la convivencia y de la comunicación con el prójimo. Los dolores y afecciones de los riñones se presentan cuando hay problemas de convivencia, problemas de relación con nuestros semejantes.
Vejiga de la orina, ante determinadas situaciones que nos producen tensión psicológica, experimentamos una necesidad de vaciar la vejiga. La tensión que se experimenta a nivel mental, acaba manifestándose en el plano físico, a través de la vejiga.
Hepatitis y problemas de hígado, es la sede de la rabia, ira, indignación y agresividad reprimida. Miedo y resistencia al cambio.
Cálculos biliares, amargura, juicios condenatorios, agresividad reprimida y petrificada.
Ictericia, prejuicios internos y externos, la forma de pensar y la razón están desequilibradas.
Herpes labial, enfado, disgusto y temor de expresarlo.
Herpes genital, culpa sexual, remordimientos.
Problemas menstruación, rechazo de la feminidad, culpa, temor. Relacionar genitales con sucio y pecaminoso.
Menstruaciones abundantes, se deben a que la mujer está sometida a un estrés emocional excesivo, combinado con la creencia de que no tiene ningún poder de elección en su vida y de que sus opciones están controladas por otros.
Problemas de la menopausia, miedo a envejecer, miedo a dejar de ser deseable, sensación de cualquier tiempo pasado fue mejor. Amargura por las oportunidades perdidas. Rechazo de una misma.
Rechinar de dientes al dormir, agresividad no manifestada, muchas veces inconsciente. Agresividad impotente, en estado latente.
Hipertensión. Personas que tienen un conflicto, pero que no lo afrontan. Viejo problema emocional no resuelto. Indicio de agresividad reprimida. Rehúyen los conflictos.
Hipotensión, ante un conflicto se evaden. Les falta ánimo y valor. Rehúyen los conflictos. Derrotismo.
Cuando padecemos algún tipo de gripe, catarro, resfriado, suele ocurrir que alguna situación de nuestra vida, nos ha hinchado las narices (metafóricamente) y nos está produciendo enfado (conflicto mental) y esa rabia se acaba manifestando en nuestro cuerpo. El conflicto mental al igual que un disgusto provoca el debilitamiento del sistema inmunológico y por tanto mayores posibilidades de enfermar.
Infección, enfado, irritación, rabia, fastidio.
Inflamación, ira, rabia pensamientos inflamados. Miedo.
Mononucleosis, enfado y rabia por no recibir amor y aprecio.
Adicciones, esconden algo
Toda adicción evita el contacto con la emoción. Puede ser un sentimiento de vacío existencial, falta de amor, sentirse solo, desconexión con nuestro ser superior. Nuestra realidad nos hace sufrir y la adicción enmascara nuestro sufrimiento, de forma temporal para luego recrudecerlo.
Heridas, enfado con uno mismo, conflicto mental. Culpabilidad.
Sida. Amor y sexo deben ir juntos, tienen que estar en equilibrio, sino no es posible alcanzar la unidad. Disociación entre amor y sexualidad. El amor no vivido, pasa al subconsciente, y a la larga se manifiesta en el cuerpo en forma de destrucción de las defensas del organismo. Amor es apertura, vulnerabilidad, entrega, unión. Amor no vivido en el plano espiritual, se vive en el plano físico, con una aniquilación de las defensas físicas.
Alzheimer, Negarse a enfrentar la vida. Desesperanza, desamparo.
Accidentes, incapacidad de hacerse valer, rebelión contra la autoridad. Problemas no resueltos. Son aprendizajes forzosos. Los accidentes a pesar de venir de fuera, están íntimamente ligados con nuestro interior. Por la ley de resonancia no podemos entrar en contacto con algo con lo que no tengamos nada que ver. La propensión al accidente existe para un determinado tipo de personas. Es una parada en nuestra vida, que debemos investigar. De esta nueva situación deberá surgir algo nuevo, una nueva orientación.
Nosotros somos responsables en un porcentaje muy alto de nuestra salud y de nuestra enfermedad. Pero esto no se tiene que percibir de forma negativa, sino todo lo contrario, hay oculto un mensaje positivo. De la misma forma que tenemos el poder de crearnos una enfermedad, tenemos el poder de curarnos esa enfermedad. Nuestra mente es tremendamente poderosa, nos puede hundir y enfermar pero al mismo tiempo nos puede salvar y curar. Sólo de nosotros depende.
Dentro nuestro, en nuestro interior más profundo, existe un lugar desde el cual todas las cosas son posibles. Los terapeutas estamos para ayudar pero quien realmente se cura es el paciente, el propio enfermo, y se cura cuando decide curarse. Cuando decide ir hacia su interior y preguntarse que está haciendo mal, o quizás deberíamos decir que está pensando mal y por tanto sintiendo mal. Es responsabilidad de cada uno de nosotros, el buscar, indagar, cuestionar, perseverar hasta poder encontrar el mensaje, la enseñanza valiosa que se oculta en cada situación, suceso, vivencia, circunstancia, síntoma y enfermedad.
Cada vez que veamos un defecto en otra persona, deberíamos hacernos un exámen de conciencia, y cuando seamos capaces de ver nuestros propios defectos, sentiremos más comprensión ante los defectos de los demás. Otra pràctica de crecimiento interior es centrarnos en encontrar virtudes en el prójimo, en lugar de enfocarnos en sus defectos. Si verdaderamente lo intentamos de corazón, las descubriremos. Ya que todos absolutamente todos, somos un compendio de defectos y virtudes. Es sólo cuestión de cambiar nuestro enfoque, en vez de mirar lo negativo, mirar lo positivo. La cara siempre mirando a la luz, y de espaldas a la oscuridad. En la vida no todo es blanco o negro, hay una gama infinita de grises.
Necesitamos cuidar bien nuestro pensar y sentir. Hay que tener una actitud mental positiva ante nosotros mismos, hacia los demás y hacia la vida en general. Y sentirnos conectados espiritualmente. Si realmente queremos una vida dichosa, deberemos tener pensamientos dichosos, lo cuales crearán emociones dichosas. Tenemos que aprender a observar a las personas y a los hechos sin que nuestro ego automáticamente cree un juicio de aprobación y conformidad o bien de condena o repulsa. A todos nos resulta tremendamente doloroso asumir nuestra responsabilidad total en nuestra vida, nuestras circunstancias y situación de vida. Y siempre tendemos a evadirnos de esa responsabilidad y buscar la culpa en el exterior.
Sentirnos conectados espiritualmente, es saber que algo muy superior a nosotros guía nuestros pasos. Que nada es casual, que todo tiene un por qué. El azar y la casualidad no existen. Todo lo que nos pasa, todo lo que acontece en nuestra vida es por algo, tiene una razón de ser. Lo único permanente, que perdura más allá de la tumba, es la conciencia. Porque nuestro cuerpo desaparecerá, al igual que nuestros pensamientos, emociones, sentimientos, nuestra mente, nuestra personalidad, nuestro ego. Sin embargo dentro nuestro, en nuestro interior más profundo, está nuestra esencia real, la que es eterna, inmutable, permanente, la que no puede ser destruída jamás.
Cuando nuestro cuerpo, mente, emociones y acciones estén en armonía será cuando estemos en sintonía, en un óptimo estado vibracional y por tanto se manifestará una salud plena. La única forma de empezar a controlar nuestra propia vida es controlar nuestra forma de ver la vida, nuestra forma de pensar y de sentir, y así controlaremos nuestra palabra y nuestras acciones. Todo lo que pensamos y creemos, justamente va creando nuestro destino y futuro.
Todos nuestros problemas no son sino que oportunidades para crecer interiormente, la mayoría de ellos proceden de las vibraciones que hemos estado emitiendo en el pasado. ¿Quieres cambiar tu futuro? el único camino posible es trabajando desde el presente, aquí y ahora. Si cambias tu presente, cambiarás tu futuro. El mayor negocio que existe es el negocio de la enfermedad. No dejes tu salud en manos de otros, responsabilízate tu mismo. Recordemos que la única forma de curar una enfermedad incurable, es desde nuestro interior más profundo.
Para sanar es esencial ver y reconocer la verdad acerca de nosotros mismos, acerca de nuestra participación en la creación de nuestra vida y acerca de cómo nos relacionamos con los demás.
Enfermedad incurable, quiere decir curable desde el interior.
John Demartini
viernes, 30 de septiembre de 2011
domingo, 25 de septiembre de 2011
sábado, 24 de septiembre de 2011
¿POR QUE NOS OCULTAN El CONOCIMIENTO? FISICA HIPERDIMENSIONAL. EL GRAN SECRETO.
¿POR QUE NOS OCULTAN El CONOCIMIENTO? FISICA HIPERDIMENSIONAL. EL GRAN SECRETO.
Temas a tratar:
- El enigma de la esfinge de Marte en la región de Cydonia.
- Física Hiperdimensional
- Fusión Fría
Una nueva rama de la ciencia, con su consiguiente tecnología, podría llevar años de desarrollo en algunos laboratorios, rodeados del máximo secreto. Sus aplicaciones podrían transformar radicalmente la sociedad humana y dar paso a una nueva era imprevisible para el poder. Sin embargo, todos los esfuerzos por encubrir este conocimiento serian inútiles, dado que la teoría en la cual se basa implica que los saltos evolutivos son dirigidos por fuerzas Inter dimensionales que ni siquiera sospechamos.
En junio de 2000, el Dr. Lijun Wang, de la Universidad de Princeton, consiguió superar la velocidad de la luz acelerando un pulso de radiación láser. El resultado del experimento cuestiona la teoría de la relatividad y parece exigir una nueva física para explicar ciertos fenómenos, precisamente en un momento histórico que muchas tradiciones milenarias coinciden en calificar como el comienzo de una nueva edad de oro.
Imaginemos durante un momento cómo sería el mundo si la energía que consumimos fuera virtualmente gratuita. Utópico ¿Verdad? ¿Y si fuéramos capaces de gobernar el clima, descomponer y recomponer la estructura fundamental de la materia, dirigir el curso de nuestra propia biología y, en general, dominar y controlar cualquier fuerza de la naturaleza? La consecuencia inmediata que se nos ocurre es que nuestro nivel adquisitivo ascendería hasta niveles considerablemente más altos que los actuales, es más: ese proceso se reproduciría a escala mundial haciendo que la pobreza y el hambre desaparecieran de nuestro planeta. En esta situación, no cabe duda de que nuestra especie se vería libre de todas las servidumbres. Viviríamos en un mundo donde no sería necesario trabajar, en el cual cada persona podría encaminar su vida y su talento por los senderos que estimase más oportuno.
Ahora, imaginemos que, por algún acontecimiento cósmico, el ser humano alcanzara estas capacidades, no por méritos propios, sino porque se viera abocado de forma inevitable a dar el siguiente paso evolutivo en esa dirección y que el experimento del Dr. Wang, que parece haber abierto una grieta en la física relativista, es el primer atisbo público del nuevo conocimiento. Bonita historia, ¿Estaríamos nada menos que ante la utopía soñada por los visionarios de todos los tiempos: el ideal en el cual coinciden las ideologías de todos los signos, aunque discrepen en los medios para crear semejante paraíso?
Pues bien, todo esto no solo es posible, sino que podría estar empezando a suceder sin que nos enteremos. Indicios recogidos en todo el mundo nos llevan a pensar que nos encontramos en vísperas de conocer el gran secreto: La clave de los mayores enigmas de nuestro mundo y, sobre todo, la fuente de un poder inimaginable. Para conocer los antecedentes de esta historia debemos remontamos a una época increíblemente remota, decenas de miles de años antes de la aparición de nuestro primeros registros históricos. En aquel tiempo parece haber existido una civilización cuyo recuerdo ha pervivido en las leyendas y mitos de prácticamente la totalidad de los pueblos de la tierra; en diversos lugares del globo han sobrevivido vestigios de ella: Edificios y artefactos que se han convertido en una pesadilla para científicos y arqueólogos.
No sabemos si sus artífices fueron seres humanos o algo diferente, si eran originarios de nuestro planeta o llegaron aquí como consecuencia de alguna inimaginable peripecia. Lo que suponemos, porque en esto coinciden todas las leyendas que sobre ellos se escribieron, es que eran dueños de conocimientos que les permitían realizar prodigios inaccesibles para nosotros, haciéndoles aparecer como dioses a los ojos de nuestros antepasados.
Estos enigmáticos seres no eran dioses, sino tan solo los depositarios de un saber que les otorgaba un poder casi ilimitado comparado con el de nuestros ancestros. Y estamos seguros de que no eran dioses porque, en lo que también coinciden esas leyendas es que ese conocimiento fue la causa de su crepúsculo. La Atlántida, o como se la quiera llamar, desapareció casi de la noche a la mañana destruida por la insensatez de sus habitantes que, borrachos de soberbia, hicieron mal uso del don que se les había otorgado. Los supervivientes se dispersaron por todo el globo. Con el discurrir de los siglos, la antigua ciencia trasmitida de maestro a discípulo a través de generaciones se fue contaminando de superstición.
Quedaron los ritos, pero la explicación de todo ello se había extraviado hacía mucho tiempo. Así nacieron las ciencias ocultas, la astrología, la alquimia, las disciplinas espirituales y hasta la magia. Sin embargo, es posible que la antigua ciencia no se haya perdido para siempre y ahora mismo estemos en vísperas de adquirir un conocimiento que, en cuanto a comprensión del Universo, nos colocaría a la misma altura de aquellos míticos seres a quienes nuestros primitivos antepasados llamaron dioses. El secreto comienza a dibujarse a partir de una nueva disciplina (o tal vez no tan nueva) llamada física híper dimensional.
En 1976 el mundo esperaba expectante las primeras fotografías tomadas por la sonda espacial Viking. Nadie podía imaginar que esas imágenes enviadas desde millones de kilómetros de distancia serian las portadoras de secretos demasiados inquietantes, demasiado desestabilizadores, tanto que la propia NASA podría haber intentado hacerlos desaparecer. Las imágenes procedentes de la región conocida como Cydonia mostraban la existencia de un vasto conjunto de cuerpos de apariencia artificial entre los que destacaba la bautizada como "esfinge de Marte” una gigantesca cabeza esculpida en piedra cuyo rostro, orientado hacia el espacio, nos devolvía la mirada inquisitiva que habíamos dirigido hacia este planeta vecino durante milenios. A partir de ese momento, personalidades como Richard Hoagland, Vincent Diprietro, Gregory Molenaar o Mark Carlotto, todos ellos provistos de intachables credenciales científicas, consagraron sus vidas al estudio de lo que creían podía constituir la primera prueba material de vida inteligente extraterrestre.
Las polémicas imágenes fueron estudiadas hasta el mínimo detalle, se utilizaron complejos procedimientos informáticos para analizarlas y se trazaron pormenorizadas cartografías de la zona con ayuda de los métodos más científicos. Ni la campaña de desprestigio del caso que llevo a cabo la NASA, recurriendo a científicos tan populares en su momento como Carl Sagan, fue suficiente para silenciar las voces que reclamaban un estudio a fondo y oficial de la región de Cydonia. Pero sería en 1988 cuando la investigación sobre las anomalías marcianas tomaría un nuevo rumbo de la mano de Erol Torun, cartógrafo y analista de sistemas del servicio cartográfico de la Secretaría de Defensa de EEUU. De las estructuras que se alzan en la llanura de Cydonia, la conocida como pirámide D&M atrajo especialmente su curiosidad. En la esquina sur-suroeste de la “esfinge” exactamente igual a 1/360 del diámetro polar marciano, se encuentra una estructura de un tamaño que resulta difícilmente concebible. La pirámide D&M recibió este nombre como homenaje a sus descubridores, Diprietro y Molenaar. Tiene una altura aproximada de 800 metros y un diámetro de casi 3 kilómetros. Se trata de una pirámide pentagonal, cuyos lados están dispuestos en ángulos de 30 grados. En su construcción se debieron emplear 1,5 kilómetros cúbicos de material y su colocación respecto a los otros objetos de Cydonia dibujan un perfecto triangulo equilátero. Torun, a pesar de sus amplios conocimientos de geomorfología, no conocía ningún mecanismo natural que pudiera explicar la formación de semejante estructura. Fue esto lo que le movió a analizar cuidadosamente su geometría. A pesar de estar vívamente impresionado por la simetría del objeto, él mismo confesó más tarde que no estaba preparado para lo que iba a encontrar. Codificadas en la estructura de aquel objeto al cual la NASA había calificado como “formación natural”, descubrió una serie de relaciones matemáticas, constantes y expresiones sumamente específicas y redundantes, cuya probabilidad de que se originaran por azar se encontraba cercana a cero.
Números irracionales como “Pi” (la razón de la circunferencia respecto del diámetro del círculo) y otras constantes fundamentales en geometría, aparecían repetidamente, combinados de todas las maneras posibles, tanto en los ángulos como en las relaciones entre estos y sus respectivas funciones trigonométricas. Esto, que de por sí constituía un asombroso hallazgo, quedó rápidamente empequeñecido por otro descubrimiento mayor, esas mismas relaciones matemáticas se repetían con increíble precisión si se trazaba una serie de líneas que unieran entre sí las misteriosas estructuras de la famosa llanura marciana. Todo formaba parte de un complejo diseño que repetía insistentemente los mismos números, figuras y ángulos. Estaba claro que aquello constituía un mensaje dibujado por criaturas inteligentes y expresado en el lenguaje más universal, las matemáticas. Si tantas molestias se tomaron sus constructores, levantando edificios que hacía palidecer de envidia a las mayores creaciones del ser humano, algo de suma importancia habrían querido trasmitirnos. La pregunta era, ¿QUE?
Este enigma inquietaba especialmente a Richard Hoagland, el principal investigador del tema de Cydonia, que no es ningún advenedizo en el campo científico; entre otros muchos puestos oficiales ocupó el cargo de Asesor para Asuntos Especiales de la cadena de televisión norteamericana CBS para el proyecto Apolo, que puso al hombre en la Luna. Durante meses, Hoagland trabajó con aquellas líneas misteriosas, buscándoles un sentido, intentando descifrar su mensaje. Por fin, un buen día, la verdad apareció súbitamente ante sus ojos. Y, ciertamente, resultaba más increíble que la fantasía más exaltada.
En la llanura de Cydonia, a 56 millones de kilómetros de nuestro planeta, olvidados durante miles de años, se encontraban dibujados con absoluta precisión los postulados teóricos básicos de una ciencia olvidada que hizo furor a finales del siglo XIX para, mas tarde, caer en el olvido de la ortodoxia científica, que la consideró como algo inaceptable: la Física Híper dimensional.
Basándose en este conocimiento, Hoagland pudo establecer varias predicciones que, al ser comprobadas, resultaron ciertas. Así descubrió que, según los postulados de la física híper dimensional, existe una importante relación entre el tetraedro (o pirámide) y la esfera donde este poliedro puede ser inscrito.
Considerando a los planetas como esferas y colocando el vértice de un imaginario tetraedro en uno de los polos, los otros tres vértices caen a la altura del paralelo 19.5. Pues bien, curiosamente en esa misma localización geográfica es donde se encuentran los mayores focos de inestabilidad de cada planeta: en la tierra este punto coincide con el cinturón volcánico del Pacífico (el volcán Mauna Kea esta a 19.6 grados Norte), mientras que el gigantesco monte Olimpo de Marte (el mayor volcán del Sistema Solar) se encuentra a 19.5 grados Sur, y algo similar ocurre en Neptuno, que tiene una mancha similar a la de Júpiter, solo que de color azul, y en el sol, donde la mayor incidencia de las manchas (que son el efecto visible de las erupciones derivadas de la alta actividad) se observa, precisamente, alrededor del paralelo 19.5.
LA FISICA HIPER DIMENSIONAL
La aparición de estos vórtices planetarios ya había sido predicha a mediados del siglo XIX por el físico matemático James Clerk Maxwell, cuyas ecuaciones pusieron la piedra angular de la primera teoría unificada de las fuerzas naturales. El electromagnetismo, su teoría supuso un paso ineludible en el camino que condujo a la física moderna: la relatividad de Einstein y la mecánica cuántica, de Planck, Heisenberg y Schrodinger. Sus postulados fueron propuestos por los científicos mas notables de la época, y muy poco dados a especulaciones para científicos como Helmholtz, Lord Kelvin, Faraday y el propio Maxwell. Estos pioneros llegaron a la conclusión de que nuestra realidad tridimensional no es sino la parte accesible para nosotros (seres tridimensionales) de un universo de más dimensiones, y que en la interacción entre esas otras dimensiones y las tres que constituyen el mundo material de nuestra experiencia se encontraría el secreto de muchos fenómenos hasta ahora inexplicables, e incluso la clave de la aparición de la vida sobre nuestro planeta.
Los padres de la física hiper dimensional llenaron pizarras con interminables cálculos, desarrollaron ingeniosos modelos cosmológicos y levantaron un verdadero edificio de relaciones matemáticas y geométricas. Las mismas que más tarde aparecerían en un lugar tan insospechado como la superficie de Marte. Sabían que, en determinadas circunstancias, tendría que existir un flujo de energía de esas otras dimensiones hacia la nuestra. Concretamente, afirmaban que un sistema giratorio de un espacio de cuatro dimensiones haría surgir una serie de vórtices de energía al ser proyectado en un espacio de tres dimensiones como el nuestro. Ese fenómeno se produciría, según sus cálculos matemáticos, a 19.5 grados de Ecuador. Sin embargo, lo novedoso de la idea la hizo blanco de numerosos ataques y terminó cayendo en el cajón del olvido científico. Son célebres, en este sentido, los adjetivos descalificadores “místicos” “obra del diablo” que el físico Oliver Heaviside dedicó a estos trabajos de Maxwell por tratar con conceptos híper dimensionales.
Sin embargo, a mediados de la década de los 60, un hallazgo astronómico aparentemente irrelevante vino a apoyar los planteamientos de aquellos pioneros de la física del siglo XX. Las observaciones que se realizaron a través de los primeros espectrógrafos demostraron que el planeta Júpiter desprende una “radiación infrarroja anómala” esto es, emite mucha más energía de la que recibe del sol. Posteriormente, las ondas Pioneer y Voyager pusieron de manifiesto que el mismo fenómeno inexplicable se repetía en Saturno, Urano y Neptuno. Esto constituía una anomalía cósmica de primer orden. Si la cantidad de radiación emitida al espacio por estos planetas es muy superior a la que correspondería a la suma del calor interno y al que reciben del Sol, entonces, ¿De dónde procedía esa energía adicional? Para la Física Híperdimensional la respuesta es que la combinación entre la masa de los planetas y su momento angular (la energía de su desplazamiento alrededor del sol) genera un punto de contacto con otras dimensiones, a través del cual se produce una transferencia de energía. Esto se puede cuantificar a través de la formula L = mr 2, en la que “L” es la energía resultante, “m” la masa y “r” el momento angular. Dicho llanamente: recibimos aportaciones energéticas de otras dimensiones inaccesibles a nuestra experiencia tridimensional, y el propio sistema solar funciona como un mecanismo que genera los portales interdimensionales a través de los cuales penetra dicha energía.
Los parámetros físicos y matemáticos requeridos para esta transferencia de energía e información procedentes de un hipotético espacio n-dimensional (donde n es un número indeterminado) fueron establecidas en su momento por personalidades científicas del siglo XIX de la talla del matemático alemán Georg Riemann, el físico escocés Sir William Thompson, el ya citado Maxwell y el matemático británico Sir William Rowan Hamilton. Fue concretamente el matemático Arthur Cayley quien estableció las relaciones geométricas inter dimensionales que aparecen, no solo en la llanura de Cydonia, sino también en la geometría sagrada que durante milenios ha acompañado a las prácticas esotéricas mas diversas y ha regido la configuración formal de las construcciones de la arquitectura sagrada.
No obstante, hay una objeción legítima que hacer. Esta muy bien que exista una física híper dimensional asociada a la mecánica celeste, pero ¿No hay algo más actual, más tangible, que pueda confirmarnos que estamos ante un indicio que puede conducirnos a la antigua ciencia de los dioses?
FUSION FRIA
Entre el 6 y el 9 de diciembre de 1993 tuvo lugar la cuarta conferencia de fusión fría en Maui, Hawai, muy cerca del paralelo 19,5. Científicos de todo el mundo se habían reunido para tratar lo que podía ser el mayor hallazgo de la historia. Se presentaron más de 150 ponencias del más alto nivel y asistieron los padres de esta disciplina: Stanley Pons y Martín Fleischmann, que habían acudido desde el laboratorio que en Niza ha montado para ellos Technova, una subsidiaria de Toyota.
La conferencia de Maui fue el último gran acontecimiento en el campo de la fusión fría, marginado por la ciencia oficial. A pesar de que en todo el planeta existen equipos de investigación que continúan trabajando sobre este tema, su labor solo es recogida por revistas especializadas como Infinite Energy. Aquellos que, a pesar de la postura oficial al respecto, se deciden a investigar el tema, se ven acosados por sus antiguos colegas. ¿Por qué esta persecución?
Los orígenes de la fusión fría se encuentran en los trabajos de Pons y Flrischman, que el 23 de marzo de 1989 convocaron una rueda de prensa en la Universidad de Utah, para realizar un asombroso anuncio. Según habían comprobado repetidas veces, la electrolisis de agua pesada empleando electrodos de platino y paladio tenía como resultado una producción de energía calorífica mayor que la correspondiente a la electricidad utilizada. Si se encontraba una forma de aprovechar este calor adicional, habrían encontrado una fuente inagotable y gratuita de energía. El informe levanto una encendida polémica. El 1ro. de mayo de 1989 la American Physical Society dio carpetazo a todo el asunto catalogándolo de mera “superchería científica”. Sin embargo, esto no desalentó a decenas de investigadores que, patrocinados por empresas multinacionales como Toshiba, Hitachi, Toyota, Exxon o Carterpillar, más interesadas en los resultados económicos que en los prejuicios científicos, continúan trabajando en este terreno.
Los experimentos originales han sido reproducidos, incluso mejorados, en incontables ocasiones, pero nadie ha sido capaz de dar el paso definitivo en la explicación del fenómeno. Técnicos competentes, con amplia experiencia, se desesperan al comprobar cómo el mismo experimento, idéntico hasta el mínimo detalle, arroja resultados diferentes cada vez que se realiza. A veces no sucede nada en absoluto; en cambio, la producción de calor es intensísima. Para añadir confusión, se ha comprobado que determinadas frecuencias acústicas actúan de catalizador de estas reacciones.
Tal vez, los antiguos alquimistas (depositarios a fin de cuentas de los vestigios de la antigua ciencia) pudieran aportar algo de luz a los trabajos de sus modernos seguidores. Ellos sabían bien que determinados momentos astrológicos eran más propicios que otros a la hora de llevar a cabo sus operaciones. Bajo el prisma de la física moderna esto es una insensatez, pero considerado bajo la óptica de la física híperdimensional todo adquiere un sentido muy claro, ya que es precisamente el curso de los planetas el que marca la pauta de transferencia de energía entre las dimensiones; posiblemente esa misma energía que se detecta en los recipientes de la fusión fría, pero que nadie acierta a explicar de dónde proviene. Por otro lado, resulta curioso que tanto el paladio como el platino y el aluminio (empleado también en los experimentos de fusión fría) tengan una estructura cristalina en forma de tetraedro y sus átomos se organicen formando esta misma figura geométrica, clave en las fórmulas de la física híper dimensional.
Es muy probable que estos exploradores en el campo de la fusión fría estén redescubriendo algunos de los secretos que ya conocían los antiguos alquimistas y puede que alguien haya llegado un poco más lejos, aunque amparado en las sombras de un impenetrable secreto. Es posible que estemos otorgando atributos de máxima novedad a algo que determinados grupos podrían haber conocido y desarrollado en secreto desde hace años. En la comunidad de los estudiosos de las conspiraciones, hace tiempo que existe una creencia muy extendida respecto a la existencia de un “gran secreto” que explicaría numerosos casos de encubrimiento en los cuales aparece involucrado el gobierno estadounidense.
La mayor parte de estos estudiosos opina que este secreto podría estar relacionado con los aparatos que incesantemente vienen avistándose en nuestros cielos, desde que en 1947 comenzara a hablarse de “platillos volantes”. Pero existe otro sector que, afinando un poco más, opina que tras este muro de silencio se oculta toda una nueva rama de la ciencia, cuyo desarrollo tecnológico, durante los últimos 50 años, se habría escamoteado a la opinión pública. La física hiper dimensional podría muy bien ser esa ciencia.
Aquí podría encontrarse la explicación al interés, por supuesto extraoficial, que departamentos gubernamentales de varios países han mostrado por los trabajos del heterodoxo y genial inventor Nicola Tesla, plenamente convencido de la existencia de otras dimensiones y de nuestra capacidad para contactar con ellas. También se explicaría la implacable persecución que sufrió en vida otro inventor genial, el psicólogo Wilhelm Reich, cuyo trabajo ha sido sistemáticamente sometido a campañas de desprestigio por un organismo con tan pocas atribuciones en el campo científico como el FBI. ¿Por qué mereció un acoso tan cruel un hombre que como Reich afirmaba haber descubierto una fuente de energía libre (orgon), a la cual accedía a través de unos “generadores” en los cuales una serie de formas geométricas (asociadas al tetraedro) tenían vital importancia?
En la misma línea, la existencia de un desarrollo tecnológico tan secreto como apartado de la ciencia convencional explicaría que en el seno de las altas esferas militares se produzcan casos como el del famoso Experimento Filadelfia o el HAARP (un proyecto ultra secreto para controlar el clima con fines militares), pasando por las misteriosas actividades que se desarrollan en la mítica Área 51. También quedaría explicada de esta manera la serie de incongruencias y ocultaciones en las que lleva años incurriendo la NASA en lo tocante al tema de Cydonia, o el súbito interés que la Ballistic Missile Defense Organization, dependiente del Pentágono, ha mostrado por la exploración de nuestro satélite, donde según Hoagland podría haber señales parecidas a las dejadas en Marte.
Pero, ¿Por qué suprimir una tecnología que podría suponer el inicio de una edad de oro para la humanidad? Ya no estamos hablando de mantener una ventaja estratégica sobre un potencial enemigo o de oscuros intereses económicos asociados a la gran compañía petrolera. Lo que está en juego en este tema es algo aun más importante. Con una fuente de energía virtualmente gratuita y sin contar con otras insospechadas aplicaciones que pudiera tener la tecnología híper dimensional (viajes espaciales, transmutación de los elementos, control del clima, etc.) nos encontraríamos ante un cambio radical de toda la estructura social y política a escala mundial. La energía libre haría que prácticamente cualquier producto de los que adquirimos habitualmente tuviera un precio irrisorio.
El sistema económico mundial se derrumbaría bajo el peso de toneladas de oro producido en el laboratorio y que ya no tendría ningún valor. Conceptos como riqueza, pobreza o propiedad se convertirían en meros recursos retóricos, sin ninguna realidad social que los respaldase. Se abriría una época de caos, pero también de esperanza. El poder económico y político caerían por su propio peso, despojándolos de los mecanismos que lo sustentan y que pueden resumirse en una breve frase: “la capacidad de administrar unos bienes escasos”. Al fin y al cabo, esta es la razón profunda por la cual en un mundo con 1000 millones de hambrientos crónicos y decenas de muertos anuales por inanición se destruyen alimentos, o se suprimen cultivos. La sociedad de la abundancia, como la del pleno empleo, es incompatible con el sistema. Sin embargo, si estamos ante un momento en el cual la misma dinámica inter dimensional del universo determina un salto cualitativo en la evolución, no habrá manera de impedir el cambio.
Conocedor de los datos que acabamos de exponer, el norteamericano David M. Jinks los ha estudiado cuidadosamente y ha elaborado una impresionante teoría, expuesta en su revelador libro The monkey and the tetrahedron (Glass Moon Press, Seattle, 1999). Jinks llega a una sorprendente conclusión: los periodos de actividad híper dimensional están íntimamente ligados al ser humano y, en la actualidad, estamos a punto de acceder a uno de esos saltos evolutivos. Su argumentación no puede ser más racional. La práctica totalidad de los textos espirituales, antiguos o modernos, insisten en la importancia del amor como llave que abre las puertas de la evolución humana. El amor es un flujo completamente libre y sin restricciones de información, que puede tomar la forma de palabras, pensamientos o pura energía. En un mundo donde la aceptación incondicional fuera la regla, la energía en todas sus formas fluiría coherentemente sin ningún tipo de resistencia. El amor, descrito de esta manera, sería el estado ideal para la transmisión de la energía. Ahora, consideremos este concepto en términos de física híper dimensional.
En el punto más alto de uno de estos periodos en los cuales la transmisión de energía desde otras dimensiones crece considerablemente, cuando la geometría del sistema está perfectamente alineada para permitir el flujo de información procedente de dimensiones superiores hacia nuestra realidad, ¿Qué sucede? Básicamente, que aquellos sistemas que estén dispuestos a aceptar sin resistencia el flujo energético que les llegue, se verán positivamente transformados por este, mientras que aquellos que opongan resistencia al nuevo patrón de vibraciones sufrirán una serie de consecuencias adversas. Pues bien, a través de las predicciones de la física híperdimensional. Jinks nos dice que esos periodos de máxima transferencia se dan cíclicamente y vienen a coincidir con aquellos momentos en los cuales se producen grandes convulsiones evolutivas en nuestro planeta, con extinciones en masa de ciertas especies y la aparición de otras. Lo más inquietante es que todos los datos parecen indicar que ahora nos encontramos inmersos en uno de esos momentos.
Es de justicia dejar constancia de que estos grandes ciclos ya fueron descritos con precisión por cosmogonías tan alejadas entre sí como la Maya, la Hindú o la de los indios Hopi norteamericanos, que coinciden en situar en la actualidad uno de estos periodos. Pero, además, existen pruebas objetivas que vienen a confirmar la veracidad de estas antiguas profecías. Una es la llamada resonancia de Schumann, que consiste en una serie de ondas estacionarias de la ionósfera terrestre. La existencia de estas ondas fue propuesta por el físico alemán W.O. Schumann en 1952. Simplificando mucho, estas ondas pueden ser descritas como la resonancia electromagnética del planeta.
Es decir, se puede pensar en esta frecuencia como el pulso vibratorio de la Tierra: Un patrón electromagnético que afecta a todos sus habitantes. Este patrón vibratorio es extraordinariamente estable y comprende un rango de frecuencia de 7, 8, 14, 20, 26, 33, 39 y 45 Hz. La constancia de la resonancia de Schumann es tal que las comunicaciones militares de todo el mundo se han establecido en base a ella. Pero en 1987, sin razón aparente, el pulso del planeta comenzó a incrementarse. Según observaciones realizadas en el Instituto de Meteorología y Geofísica de la Universidad de Frankfurt y por la Universidad de Alaska, en 1994 ese latido estable de 7,8 ciclos por segundo había aumentado casi un 11% alcanzando los 8.6 Hz.
En noviembre de 1996 ese incremento era aun mayor y la habitual estabilidad de esta constante se había perdido, viéndose sometido este ritmo natural a imprevisibles fluctuaciones. Se trata de un hecho alarmante, no solo porque algo considerado hasta ahora como constante ha dejado de ser fiable, sino porque se trata de un fenómeno inexplicable, por más que los informes oficiales afirmen que es “consistente con las teorías aceptadas”. Se cree que la vibración se volverá a estabilizar cuando alcance los 13 Hz, el número siguiente en la serie de Fibonacci, una progresión numérica muy significativa para la física híper dimensional.
¿Qué podría significar todo esto? Básicamente, que un flujo de energía de origen desconocido no sólo está penetrando en nuestro planeta, sino haciendo subir su patrón vibratorio y, con este, el de todo lo que el planeta contiene, incluidos sus habitantes. El calentamiento del globo, el agujero de la capa de ozono o el inexplicable fenómeno al que se enfrentan psicólogos de todo el mundo al comprobar cómo los coeficientes intelectuales de los niños nacidos recientemente crecen por encima de la media, sin que haya causa aparente para ello, pueden ser otros síntomas de que un flujo de energía-información está comenzando a transformar nuestro planeta. De nuestra capacidad para vibrar en armonía con él puede depender nuestra supervivencia o el que venga a sustituirnos una especie que encaje mejor con el nuevo patrón.
A pesar de la incomprensión, cuando no el abierto acoso por parte de las instituciones académicas oficiales, decenas de personas trabajan actualmente para abrir caminos en un campo que podría conducir a la humanidad hacia la tan anhelada edad de oro.
En un momento en el cual la tecnología y la ciencia en que se basa parecen estar a punto de tocar techo, tal vez haya llegado el momento, querámoslo o no, de que la humanidad experimente un salto evolutivo que la conduzca a nuevas formas de organización social, política y económica. De ser así, lo más apropiado sería que lo hiciéramos voluntariamente para evitar que la transición resulte dolorosa y traumática.
En este contexto, es comprensible que el poder establecido este dispuesto a todo para evitar que este conocimiento trascienda, porque acarrearía la crisis definitiva de la actual cultura y el nacimiento de otra forma de pensar y de vivir, en cuyo marco no habría espacio para el sistema vigente, vertebrado sobre el trabajo remunerado. El reino de la necesidad daría paso a un reino de libertad sin precedentes. En este caso, quienes actualmente ostentan el privilegio del poder, lo perderían.
Temas a tratar:
- El enigma de la esfinge de Marte en la región de Cydonia.
- Física Hiperdimensional
- Fusión Fría
Una nueva rama de la ciencia, con su consiguiente tecnología, podría llevar años de desarrollo en algunos laboratorios, rodeados del máximo secreto. Sus aplicaciones podrían transformar radicalmente la sociedad humana y dar paso a una nueva era imprevisible para el poder. Sin embargo, todos los esfuerzos por encubrir este conocimiento serian inútiles, dado que la teoría en la cual se basa implica que los saltos evolutivos son dirigidos por fuerzas Inter dimensionales que ni siquiera sospechamos.
En junio de 2000, el Dr. Lijun Wang, de la Universidad de Princeton, consiguió superar la velocidad de la luz acelerando un pulso de radiación láser. El resultado del experimento cuestiona la teoría de la relatividad y parece exigir una nueva física para explicar ciertos fenómenos, precisamente en un momento histórico que muchas tradiciones milenarias coinciden en calificar como el comienzo de una nueva edad de oro.
Imaginemos durante un momento cómo sería el mundo si la energía que consumimos fuera virtualmente gratuita. Utópico ¿Verdad? ¿Y si fuéramos capaces de gobernar el clima, descomponer y recomponer la estructura fundamental de la materia, dirigir el curso de nuestra propia biología y, en general, dominar y controlar cualquier fuerza de la naturaleza? La consecuencia inmediata que se nos ocurre es que nuestro nivel adquisitivo ascendería hasta niveles considerablemente más altos que los actuales, es más: ese proceso se reproduciría a escala mundial haciendo que la pobreza y el hambre desaparecieran de nuestro planeta. En esta situación, no cabe duda de que nuestra especie se vería libre de todas las servidumbres. Viviríamos en un mundo donde no sería necesario trabajar, en el cual cada persona podría encaminar su vida y su talento por los senderos que estimase más oportuno.
Ahora, imaginemos que, por algún acontecimiento cósmico, el ser humano alcanzara estas capacidades, no por méritos propios, sino porque se viera abocado de forma inevitable a dar el siguiente paso evolutivo en esa dirección y que el experimento del Dr. Wang, que parece haber abierto una grieta en la física relativista, es el primer atisbo público del nuevo conocimiento. Bonita historia, ¿Estaríamos nada menos que ante la utopía soñada por los visionarios de todos los tiempos: el ideal en el cual coinciden las ideologías de todos los signos, aunque discrepen en los medios para crear semejante paraíso?
Pues bien, todo esto no solo es posible, sino que podría estar empezando a suceder sin que nos enteremos. Indicios recogidos en todo el mundo nos llevan a pensar que nos encontramos en vísperas de conocer el gran secreto: La clave de los mayores enigmas de nuestro mundo y, sobre todo, la fuente de un poder inimaginable. Para conocer los antecedentes de esta historia debemos remontamos a una época increíblemente remota, decenas de miles de años antes de la aparición de nuestro primeros registros históricos. En aquel tiempo parece haber existido una civilización cuyo recuerdo ha pervivido en las leyendas y mitos de prácticamente la totalidad de los pueblos de la tierra; en diversos lugares del globo han sobrevivido vestigios de ella: Edificios y artefactos que se han convertido en una pesadilla para científicos y arqueólogos.
No sabemos si sus artífices fueron seres humanos o algo diferente, si eran originarios de nuestro planeta o llegaron aquí como consecuencia de alguna inimaginable peripecia. Lo que suponemos, porque en esto coinciden todas las leyendas que sobre ellos se escribieron, es que eran dueños de conocimientos que les permitían realizar prodigios inaccesibles para nosotros, haciéndoles aparecer como dioses a los ojos de nuestros antepasados.
Estos enigmáticos seres no eran dioses, sino tan solo los depositarios de un saber que les otorgaba un poder casi ilimitado comparado con el de nuestros ancestros. Y estamos seguros de que no eran dioses porque, en lo que también coinciden esas leyendas es que ese conocimiento fue la causa de su crepúsculo. La Atlántida, o como se la quiera llamar, desapareció casi de la noche a la mañana destruida por la insensatez de sus habitantes que, borrachos de soberbia, hicieron mal uso del don que se les había otorgado. Los supervivientes se dispersaron por todo el globo. Con el discurrir de los siglos, la antigua ciencia trasmitida de maestro a discípulo a través de generaciones se fue contaminando de superstición.
Quedaron los ritos, pero la explicación de todo ello se había extraviado hacía mucho tiempo. Así nacieron las ciencias ocultas, la astrología, la alquimia, las disciplinas espirituales y hasta la magia. Sin embargo, es posible que la antigua ciencia no se haya perdido para siempre y ahora mismo estemos en vísperas de adquirir un conocimiento que, en cuanto a comprensión del Universo, nos colocaría a la misma altura de aquellos míticos seres a quienes nuestros primitivos antepasados llamaron dioses. El secreto comienza a dibujarse a partir de una nueva disciplina (o tal vez no tan nueva) llamada física híper dimensional.
En 1976 el mundo esperaba expectante las primeras fotografías tomadas por la sonda espacial Viking. Nadie podía imaginar que esas imágenes enviadas desde millones de kilómetros de distancia serian las portadoras de secretos demasiados inquietantes, demasiado desestabilizadores, tanto que la propia NASA podría haber intentado hacerlos desaparecer. Las imágenes procedentes de la región conocida como Cydonia mostraban la existencia de un vasto conjunto de cuerpos de apariencia artificial entre los que destacaba la bautizada como "esfinge de Marte” una gigantesca cabeza esculpida en piedra cuyo rostro, orientado hacia el espacio, nos devolvía la mirada inquisitiva que habíamos dirigido hacia este planeta vecino durante milenios. A partir de ese momento, personalidades como Richard Hoagland, Vincent Diprietro, Gregory Molenaar o Mark Carlotto, todos ellos provistos de intachables credenciales científicas, consagraron sus vidas al estudio de lo que creían podía constituir la primera prueba material de vida inteligente extraterrestre.
Las polémicas imágenes fueron estudiadas hasta el mínimo detalle, se utilizaron complejos procedimientos informáticos para analizarlas y se trazaron pormenorizadas cartografías de la zona con ayuda de los métodos más científicos. Ni la campaña de desprestigio del caso que llevo a cabo la NASA, recurriendo a científicos tan populares en su momento como Carl Sagan, fue suficiente para silenciar las voces que reclamaban un estudio a fondo y oficial de la región de Cydonia. Pero sería en 1988 cuando la investigación sobre las anomalías marcianas tomaría un nuevo rumbo de la mano de Erol Torun, cartógrafo y analista de sistemas del servicio cartográfico de la Secretaría de Defensa de EEUU. De las estructuras que se alzan en la llanura de Cydonia, la conocida como pirámide D&M atrajo especialmente su curiosidad. En la esquina sur-suroeste de la “esfinge” exactamente igual a 1/360 del diámetro polar marciano, se encuentra una estructura de un tamaño que resulta difícilmente concebible. La pirámide D&M recibió este nombre como homenaje a sus descubridores, Diprietro y Molenaar. Tiene una altura aproximada de 800 metros y un diámetro de casi 3 kilómetros. Se trata de una pirámide pentagonal, cuyos lados están dispuestos en ángulos de 30 grados. En su construcción se debieron emplear 1,5 kilómetros cúbicos de material y su colocación respecto a los otros objetos de Cydonia dibujan un perfecto triangulo equilátero. Torun, a pesar de sus amplios conocimientos de geomorfología, no conocía ningún mecanismo natural que pudiera explicar la formación de semejante estructura. Fue esto lo que le movió a analizar cuidadosamente su geometría. A pesar de estar vívamente impresionado por la simetría del objeto, él mismo confesó más tarde que no estaba preparado para lo que iba a encontrar. Codificadas en la estructura de aquel objeto al cual la NASA había calificado como “formación natural”, descubrió una serie de relaciones matemáticas, constantes y expresiones sumamente específicas y redundantes, cuya probabilidad de que se originaran por azar se encontraba cercana a cero.
Números irracionales como “Pi” (la razón de la circunferencia respecto del diámetro del círculo) y otras constantes fundamentales en geometría, aparecían repetidamente, combinados de todas las maneras posibles, tanto en los ángulos como en las relaciones entre estos y sus respectivas funciones trigonométricas. Esto, que de por sí constituía un asombroso hallazgo, quedó rápidamente empequeñecido por otro descubrimiento mayor, esas mismas relaciones matemáticas se repetían con increíble precisión si se trazaba una serie de líneas que unieran entre sí las misteriosas estructuras de la famosa llanura marciana. Todo formaba parte de un complejo diseño que repetía insistentemente los mismos números, figuras y ángulos. Estaba claro que aquello constituía un mensaje dibujado por criaturas inteligentes y expresado en el lenguaje más universal, las matemáticas. Si tantas molestias se tomaron sus constructores, levantando edificios que hacía palidecer de envidia a las mayores creaciones del ser humano, algo de suma importancia habrían querido trasmitirnos. La pregunta era, ¿QUE?
Este enigma inquietaba especialmente a Richard Hoagland, el principal investigador del tema de Cydonia, que no es ningún advenedizo en el campo científico; entre otros muchos puestos oficiales ocupó el cargo de Asesor para Asuntos Especiales de la cadena de televisión norteamericana CBS para el proyecto Apolo, que puso al hombre en la Luna. Durante meses, Hoagland trabajó con aquellas líneas misteriosas, buscándoles un sentido, intentando descifrar su mensaje. Por fin, un buen día, la verdad apareció súbitamente ante sus ojos. Y, ciertamente, resultaba más increíble que la fantasía más exaltada.
En la llanura de Cydonia, a 56 millones de kilómetros de nuestro planeta, olvidados durante miles de años, se encontraban dibujados con absoluta precisión los postulados teóricos básicos de una ciencia olvidada que hizo furor a finales del siglo XIX para, mas tarde, caer en el olvido de la ortodoxia científica, que la consideró como algo inaceptable: la Física Híper dimensional.
Basándose en este conocimiento, Hoagland pudo establecer varias predicciones que, al ser comprobadas, resultaron ciertas. Así descubrió que, según los postulados de la física híper dimensional, existe una importante relación entre el tetraedro (o pirámide) y la esfera donde este poliedro puede ser inscrito.
Considerando a los planetas como esferas y colocando el vértice de un imaginario tetraedro en uno de los polos, los otros tres vértices caen a la altura del paralelo 19.5. Pues bien, curiosamente en esa misma localización geográfica es donde se encuentran los mayores focos de inestabilidad de cada planeta: en la tierra este punto coincide con el cinturón volcánico del Pacífico (el volcán Mauna Kea esta a 19.6 grados Norte), mientras que el gigantesco monte Olimpo de Marte (el mayor volcán del Sistema Solar) se encuentra a 19.5 grados Sur, y algo similar ocurre en Neptuno, que tiene una mancha similar a la de Júpiter, solo que de color azul, y en el sol, donde la mayor incidencia de las manchas (que son el efecto visible de las erupciones derivadas de la alta actividad) se observa, precisamente, alrededor del paralelo 19.5.
LA FISICA HIPER DIMENSIONAL
La aparición de estos vórtices planetarios ya había sido predicha a mediados del siglo XIX por el físico matemático James Clerk Maxwell, cuyas ecuaciones pusieron la piedra angular de la primera teoría unificada de las fuerzas naturales. El electromagnetismo, su teoría supuso un paso ineludible en el camino que condujo a la física moderna: la relatividad de Einstein y la mecánica cuántica, de Planck, Heisenberg y Schrodinger. Sus postulados fueron propuestos por los científicos mas notables de la época, y muy poco dados a especulaciones para científicos como Helmholtz, Lord Kelvin, Faraday y el propio Maxwell. Estos pioneros llegaron a la conclusión de que nuestra realidad tridimensional no es sino la parte accesible para nosotros (seres tridimensionales) de un universo de más dimensiones, y que en la interacción entre esas otras dimensiones y las tres que constituyen el mundo material de nuestra experiencia se encontraría el secreto de muchos fenómenos hasta ahora inexplicables, e incluso la clave de la aparición de la vida sobre nuestro planeta.
Los padres de la física hiper dimensional llenaron pizarras con interminables cálculos, desarrollaron ingeniosos modelos cosmológicos y levantaron un verdadero edificio de relaciones matemáticas y geométricas. Las mismas que más tarde aparecerían en un lugar tan insospechado como la superficie de Marte. Sabían que, en determinadas circunstancias, tendría que existir un flujo de energía de esas otras dimensiones hacia la nuestra. Concretamente, afirmaban que un sistema giratorio de un espacio de cuatro dimensiones haría surgir una serie de vórtices de energía al ser proyectado en un espacio de tres dimensiones como el nuestro. Ese fenómeno se produciría, según sus cálculos matemáticos, a 19.5 grados de Ecuador. Sin embargo, lo novedoso de la idea la hizo blanco de numerosos ataques y terminó cayendo en el cajón del olvido científico. Son célebres, en este sentido, los adjetivos descalificadores “místicos” “obra del diablo” que el físico Oliver Heaviside dedicó a estos trabajos de Maxwell por tratar con conceptos híper dimensionales.
Sin embargo, a mediados de la década de los 60, un hallazgo astronómico aparentemente irrelevante vino a apoyar los planteamientos de aquellos pioneros de la física del siglo XX. Las observaciones que se realizaron a través de los primeros espectrógrafos demostraron que el planeta Júpiter desprende una “radiación infrarroja anómala” esto es, emite mucha más energía de la que recibe del sol. Posteriormente, las ondas Pioneer y Voyager pusieron de manifiesto que el mismo fenómeno inexplicable se repetía en Saturno, Urano y Neptuno. Esto constituía una anomalía cósmica de primer orden. Si la cantidad de radiación emitida al espacio por estos planetas es muy superior a la que correspondería a la suma del calor interno y al que reciben del Sol, entonces, ¿De dónde procedía esa energía adicional? Para la Física Híperdimensional la respuesta es que la combinación entre la masa de los planetas y su momento angular (la energía de su desplazamiento alrededor del sol) genera un punto de contacto con otras dimensiones, a través del cual se produce una transferencia de energía. Esto se puede cuantificar a través de la formula L = mr 2, en la que “L” es la energía resultante, “m” la masa y “r” el momento angular. Dicho llanamente: recibimos aportaciones energéticas de otras dimensiones inaccesibles a nuestra experiencia tridimensional, y el propio sistema solar funciona como un mecanismo que genera los portales interdimensionales a través de los cuales penetra dicha energía.
Los parámetros físicos y matemáticos requeridos para esta transferencia de energía e información procedentes de un hipotético espacio n-dimensional (donde n es un número indeterminado) fueron establecidas en su momento por personalidades científicas del siglo XIX de la talla del matemático alemán Georg Riemann, el físico escocés Sir William Thompson, el ya citado Maxwell y el matemático británico Sir William Rowan Hamilton. Fue concretamente el matemático Arthur Cayley quien estableció las relaciones geométricas inter dimensionales que aparecen, no solo en la llanura de Cydonia, sino también en la geometría sagrada que durante milenios ha acompañado a las prácticas esotéricas mas diversas y ha regido la configuración formal de las construcciones de la arquitectura sagrada.
No obstante, hay una objeción legítima que hacer. Esta muy bien que exista una física híper dimensional asociada a la mecánica celeste, pero ¿No hay algo más actual, más tangible, que pueda confirmarnos que estamos ante un indicio que puede conducirnos a la antigua ciencia de los dioses?
FUSION FRIA
Entre el 6 y el 9 de diciembre de 1993 tuvo lugar la cuarta conferencia de fusión fría en Maui, Hawai, muy cerca del paralelo 19,5. Científicos de todo el mundo se habían reunido para tratar lo que podía ser el mayor hallazgo de la historia. Se presentaron más de 150 ponencias del más alto nivel y asistieron los padres de esta disciplina: Stanley Pons y Martín Fleischmann, que habían acudido desde el laboratorio que en Niza ha montado para ellos Technova, una subsidiaria de Toyota.
La conferencia de Maui fue el último gran acontecimiento en el campo de la fusión fría, marginado por la ciencia oficial. A pesar de que en todo el planeta existen equipos de investigación que continúan trabajando sobre este tema, su labor solo es recogida por revistas especializadas como Infinite Energy. Aquellos que, a pesar de la postura oficial al respecto, se deciden a investigar el tema, se ven acosados por sus antiguos colegas. ¿Por qué esta persecución?
Los orígenes de la fusión fría se encuentran en los trabajos de Pons y Flrischman, que el 23 de marzo de 1989 convocaron una rueda de prensa en la Universidad de Utah, para realizar un asombroso anuncio. Según habían comprobado repetidas veces, la electrolisis de agua pesada empleando electrodos de platino y paladio tenía como resultado una producción de energía calorífica mayor que la correspondiente a la electricidad utilizada. Si se encontraba una forma de aprovechar este calor adicional, habrían encontrado una fuente inagotable y gratuita de energía. El informe levanto una encendida polémica. El 1ro. de mayo de 1989 la American Physical Society dio carpetazo a todo el asunto catalogándolo de mera “superchería científica”. Sin embargo, esto no desalentó a decenas de investigadores que, patrocinados por empresas multinacionales como Toshiba, Hitachi, Toyota, Exxon o Carterpillar, más interesadas en los resultados económicos que en los prejuicios científicos, continúan trabajando en este terreno.
Los experimentos originales han sido reproducidos, incluso mejorados, en incontables ocasiones, pero nadie ha sido capaz de dar el paso definitivo en la explicación del fenómeno. Técnicos competentes, con amplia experiencia, se desesperan al comprobar cómo el mismo experimento, idéntico hasta el mínimo detalle, arroja resultados diferentes cada vez que se realiza. A veces no sucede nada en absoluto; en cambio, la producción de calor es intensísima. Para añadir confusión, se ha comprobado que determinadas frecuencias acústicas actúan de catalizador de estas reacciones.
Tal vez, los antiguos alquimistas (depositarios a fin de cuentas de los vestigios de la antigua ciencia) pudieran aportar algo de luz a los trabajos de sus modernos seguidores. Ellos sabían bien que determinados momentos astrológicos eran más propicios que otros a la hora de llevar a cabo sus operaciones. Bajo el prisma de la física moderna esto es una insensatez, pero considerado bajo la óptica de la física híperdimensional todo adquiere un sentido muy claro, ya que es precisamente el curso de los planetas el que marca la pauta de transferencia de energía entre las dimensiones; posiblemente esa misma energía que se detecta en los recipientes de la fusión fría, pero que nadie acierta a explicar de dónde proviene. Por otro lado, resulta curioso que tanto el paladio como el platino y el aluminio (empleado también en los experimentos de fusión fría) tengan una estructura cristalina en forma de tetraedro y sus átomos se organicen formando esta misma figura geométrica, clave en las fórmulas de la física híper dimensional.
Es muy probable que estos exploradores en el campo de la fusión fría estén redescubriendo algunos de los secretos que ya conocían los antiguos alquimistas y puede que alguien haya llegado un poco más lejos, aunque amparado en las sombras de un impenetrable secreto. Es posible que estemos otorgando atributos de máxima novedad a algo que determinados grupos podrían haber conocido y desarrollado en secreto desde hace años. En la comunidad de los estudiosos de las conspiraciones, hace tiempo que existe una creencia muy extendida respecto a la existencia de un “gran secreto” que explicaría numerosos casos de encubrimiento en los cuales aparece involucrado el gobierno estadounidense.
La mayor parte de estos estudiosos opina que este secreto podría estar relacionado con los aparatos que incesantemente vienen avistándose en nuestros cielos, desde que en 1947 comenzara a hablarse de “platillos volantes”. Pero existe otro sector que, afinando un poco más, opina que tras este muro de silencio se oculta toda una nueva rama de la ciencia, cuyo desarrollo tecnológico, durante los últimos 50 años, se habría escamoteado a la opinión pública. La física hiper dimensional podría muy bien ser esa ciencia.
Aquí podría encontrarse la explicación al interés, por supuesto extraoficial, que departamentos gubernamentales de varios países han mostrado por los trabajos del heterodoxo y genial inventor Nicola Tesla, plenamente convencido de la existencia de otras dimensiones y de nuestra capacidad para contactar con ellas. También se explicaría la implacable persecución que sufrió en vida otro inventor genial, el psicólogo Wilhelm Reich, cuyo trabajo ha sido sistemáticamente sometido a campañas de desprestigio por un organismo con tan pocas atribuciones en el campo científico como el FBI. ¿Por qué mereció un acoso tan cruel un hombre que como Reich afirmaba haber descubierto una fuente de energía libre (orgon), a la cual accedía a través de unos “generadores” en los cuales una serie de formas geométricas (asociadas al tetraedro) tenían vital importancia?
En la misma línea, la existencia de un desarrollo tecnológico tan secreto como apartado de la ciencia convencional explicaría que en el seno de las altas esferas militares se produzcan casos como el del famoso Experimento Filadelfia o el HAARP (un proyecto ultra secreto para controlar el clima con fines militares), pasando por las misteriosas actividades que se desarrollan en la mítica Área 51. También quedaría explicada de esta manera la serie de incongruencias y ocultaciones en las que lleva años incurriendo la NASA en lo tocante al tema de Cydonia, o el súbito interés que la Ballistic Missile Defense Organization, dependiente del Pentágono, ha mostrado por la exploración de nuestro satélite, donde según Hoagland podría haber señales parecidas a las dejadas en Marte.
Pero, ¿Por qué suprimir una tecnología que podría suponer el inicio de una edad de oro para la humanidad? Ya no estamos hablando de mantener una ventaja estratégica sobre un potencial enemigo o de oscuros intereses económicos asociados a la gran compañía petrolera. Lo que está en juego en este tema es algo aun más importante. Con una fuente de energía virtualmente gratuita y sin contar con otras insospechadas aplicaciones que pudiera tener la tecnología híper dimensional (viajes espaciales, transmutación de los elementos, control del clima, etc.) nos encontraríamos ante un cambio radical de toda la estructura social y política a escala mundial. La energía libre haría que prácticamente cualquier producto de los que adquirimos habitualmente tuviera un precio irrisorio.
El sistema económico mundial se derrumbaría bajo el peso de toneladas de oro producido en el laboratorio y que ya no tendría ningún valor. Conceptos como riqueza, pobreza o propiedad se convertirían en meros recursos retóricos, sin ninguna realidad social que los respaldase. Se abriría una época de caos, pero también de esperanza. El poder económico y político caerían por su propio peso, despojándolos de los mecanismos que lo sustentan y que pueden resumirse en una breve frase: “la capacidad de administrar unos bienes escasos”. Al fin y al cabo, esta es la razón profunda por la cual en un mundo con 1000 millones de hambrientos crónicos y decenas de muertos anuales por inanición se destruyen alimentos, o se suprimen cultivos. La sociedad de la abundancia, como la del pleno empleo, es incompatible con el sistema. Sin embargo, si estamos ante un momento en el cual la misma dinámica inter dimensional del universo determina un salto cualitativo en la evolución, no habrá manera de impedir el cambio.
Conocedor de los datos que acabamos de exponer, el norteamericano David M. Jinks los ha estudiado cuidadosamente y ha elaborado una impresionante teoría, expuesta en su revelador libro The monkey and the tetrahedron (Glass Moon Press, Seattle, 1999). Jinks llega a una sorprendente conclusión: los periodos de actividad híper dimensional están íntimamente ligados al ser humano y, en la actualidad, estamos a punto de acceder a uno de esos saltos evolutivos. Su argumentación no puede ser más racional. La práctica totalidad de los textos espirituales, antiguos o modernos, insisten en la importancia del amor como llave que abre las puertas de la evolución humana. El amor es un flujo completamente libre y sin restricciones de información, que puede tomar la forma de palabras, pensamientos o pura energía. En un mundo donde la aceptación incondicional fuera la regla, la energía en todas sus formas fluiría coherentemente sin ningún tipo de resistencia. El amor, descrito de esta manera, sería el estado ideal para la transmisión de la energía. Ahora, consideremos este concepto en términos de física híper dimensional.
En el punto más alto de uno de estos periodos en los cuales la transmisión de energía desde otras dimensiones crece considerablemente, cuando la geometría del sistema está perfectamente alineada para permitir el flujo de información procedente de dimensiones superiores hacia nuestra realidad, ¿Qué sucede? Básicamente, que aquellos sistemas que estén dispuestos a aceptar sin resistencia el flujo energético que les llegue, se verán positivamente transformados por este, mientras que aquellos que opongan resistencia al nuevo patrón de vibraciones sufrirán una serie de consecuencias adversas. Pues bien, a través de las predicciones de la física híperdimensional. Jinks nos dice que esos periodos de máxima transferencia se dan cíclicamente y vienen a coincidir con aquellos momentos en los cuales se producen grandes convulsiones evolutivas en nuestro planeta, con extinciones en masa de ciertas especies y la aparición de otras. Lo más inquietante es que todos los datos parecen indicar que ahora nos encontramos inmersos en uno de esos momentos.
Es de justicia dejar constancia de que estos grandes ciclos ya fueron descritos con precisión por cosmogonías tan alejadas entre sí como la Maya, la Hindú o la de los indios Hopi norteamericanos, que coinciden en situar en la actualidad uno de estos periodos. Pero, además, existen pruebas objetivas que vienen a confirmar la veracidad de estas antiguas profecías. Una es la llamada resonancia de Schumann, que consiste en una serie de ondas estacionarias de la ionósfera terrestre. La existencia de estas ondas fue propuesta por el físico alemán W.O. Schumann en 1952. Simplificando mucho, estas ondas pueden ser descritas como la resonancia electromagnética del planeta.
Es decir, se puede pensar en esta frecuencia como el pulso vibratorio de la Tierra: Un patrón electromagnético que afecta a todos sus habitantes. Este patrón vibratorio es extraordinariamente estable y comprende un rango de frecuencia de 7, 8, 14, 20, 26, 33, 39 y 45 Hz. La constancia de la resonancia de Schumann es tal que las comunicaciones militares de todo el mundo se han establecido en base a ella. Pero en 1987, sin razón aparente, el pulso del planeta comenzó a incrementarse. Según observaciones realizadas en el Instituto de Meteorología y Geofísica de la Universidad de Frankfurt y por la Universidad de Alaska, en 1994 ese latido estable de 7,8 ciclos por segundo había aumentado casi un 11% alcanzando los 8.6 Hz.
En noviembre de 1996 ese incremento era aun mayor y la habitual estabilidad de esta constante se había perdido, viéndose sometido este ritmo natural a imprevisibles fluctuaciones. Se trata de un hecho alarmante, no solo porque algo considerado hasta ahora como constante ha dejado de ser fiable, sino porque se trata de un fenómeno inexplicable, por más que los informes oficiales afirmen que es “consistente con las teorías aceptadas”. Se cree que la vibración se volverá a estabilizar cuando alcance los 13 Hz, el número siguiente en la serie de Fibonacci, una progresión numérica muy significativa para la física híper dimensional.
¿Qué podría significar todo esto? Básicamente, que un flujo de energía de origen desconocido no sólo está penetrando en nuestro planeta, sino haciendo subir su patrón vibratorio y, con este, el de todo lo que el planeta contiene, incluidos sus habitantes. El calentamiento del globo, el agujero de la capa de ozono o el inexplicable fenómeno al que se enfrentan psicólogos de todo el mundo al comprobar cómo los coeficientes intelectuales de los niños nacidos recientemente crecen por encima de la media, sin que haya causa aparente para ello, pueden ser otros síntomas de que un flujo de energía-información está comenzando a transformar nuestro planeta. De nuestra capacidad para vibrar en armonía con él puede depender nuestra supervivencia o el que venga a sustituirnos una especie que encaje mejor con el nuevo patrón.
A pesar de la incomprensión, cuando no el abierto acoso por parte de las instituciones académicas oficiales, decenas de personas trabajan actualmente para abrir caminos en un campo que podría conducir a la humanidad hacia la tan anhelada edad de oro.
En un momento en el cual la tecnología y la ciencia en que se basa parecen estar a punto de tocar techo, tal vez haya llegado el momento, querámoslo o no, de que la humanidad experimente un salto evolutivo que la conduzca a nuevas formas de organización social, política y económica. De ser así, lo más apropiado sería que lo hiciéramos voluntariamente para evitar que la transición resulte dolorosa y traumática.
En este contexto, es comprensible que el poder establecido este dispuesto a todo para evitar que este conocimiento trascienda, porque acarrearía la crisis definitiva de la actual cultura y el nacimiento de otra forma de pensar y de vivir, en cuyo marco no habría espacio para el sistema vigente, vertebrado sobre el trabajo remunerado. El reino de la necesidad daría paso a un reino de libertad sin precedentes. En este caso, quienes actualmente ostentan el privilegio del poder, lo perderían.
domingo, 11 de septiembre de 2011
jueves, 8 de septiembre de 2011
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