viernes, 28 de noviembre de 2008

EOLICAS:menos lobos


Tuesday, November 25, 2008
Eólicas: menos lobos.


Lo que ha chutado este año en la producción eléctrica española es el gas, no la energía éolica.

A falta de poco más de un mes para que acabe 2008, la producción eléctrica proveniente de las centrales de ciclo combinado que utilizan gas natural como combustible ha aumentado en términos absolutos diez veces más que la producción eólica, con respecto al mismo período del año pasado.

Es más, incluso la producción nuclear ha aumentado más que la eólica.

El gran avance del gas se ha debido al gran retroceso del carbón, que este año se ha visto gravado con una enorme tasa debida al sistema establecido por el protocolo de Kioto. El carbón emite el doble de CO2 que el gas por unidad de energía producida y por lo tanto Kioto le perjudica el doble.

En los próximos meses, lo mismo que baja la gasolina porque baja el petróleo, debería bajar la electricidad si bajan los precios del gas y del carbón. Y vaya que sí lo hacen.

Pero como saben ustedes, gracias a la santa unión de ecologistas, sindicalistas y capitalistas, lo que ocurrirá es lo contrario: pagaremos más. Y con gusto, ya que es el día del club y todos somos "seguidores del planeta", como dice la publicidad de Iberdrola.

ref.: www.ree.es - Red Eléctrica de España
gráfico de elaboración propia a partir de datos del Boletín Diario 25 Nov. 2008

martes, 25 de noviembre de 2008

¿ INFLACCION O DEFLACION ?


¿Inflación o deflación?
Tras la abrupta caída del precio de la mayoría de las materias primas y la consecuente moderación de la inflación, muchos economistas parecen haberse dado cuenta de que el peligro estaba en otro lado; en la deflación. ¿Estarán en lo cierto?
En general, se entiende que inflación equivale a subida de los precios y deflación a caída de los mismos. Personalmente, no comparto ninguna de ambas definiciones, pues confunden causas y consecuencias (la inflación provoca que suban los precios, pero no es la subida de los precios). Sin embargo, para los propósitos del presente artículo no necesito enmendarlas, no sea que algún economista ortodoxo se niegue a reflexionar por una mera cuestión nominalista.

Parece claro que durante los últimos años se ha producido una fuerte inflación que no ha sido recogida por los índices oficiales. Al fin y al cabo, el IPC sólo cuantifica las subidas de determinada cesta de bienes de consumo, lo que viene a ser como calcular la velocidad media de un vehículo teniendo en cuenta sólo sus recorridos urbanos, o como calcular la altura media de los españoles utilizando como referencia a la selección nacional de baloncesto. Existen infinidad de bienes que no se recogen en el IPC y que son tanto o más decisivos para el funcionamiento de la economía que el precio del pollo: el precio de la vivienda o la cotización de las acciones, por poner dos ejemplos.

Según el INE, entre 2000 y 2008 la inflación fue del 30% (es decir, apenas un aumento medio del 3,8% anual), cuando en ese mismo período el precio de la vivienda en propiedad creció un 144%. Por qué la cirugía estética contribuye a medir la inflación pero la vivienda en propiedad no es algo que sólo el simplismo de los ilustrados en dos tardes podrá justificar, pero en todo caso no cambia lo fundamental: quien quiera medir las subidas de precios con el IPC estará haciendo el ridículo.

¿Y por qué han subido tanto los precios en la economía (especialmente en la vivienda)? La explicación cuantitativista más sencilla es que la cantidad de dinero se ha incrementado mucho en los últimos años, lo cual, en cierta medida, es cierto: los depósitos de la banca española aumentaron un 150% entre 2000 y 2007. Sin embargo, y especialmente ahora, cabe fijarse en un criterio más cualitativo: el Banco Central Europeo y el sistema bancario en general han respaldado el dinero emitido por activos de mala calidad.

¿Por qué cree usted que las hipotecas subprime se han depreciado tanto en el último año? Pues porque ha quedado claro que su deudor no era solvente. La hipoteca subprime no es más que un crédito que tiene el banco contra el hipotecado; del mismo modo, los euros y los depósitos a la vista no son más que créditos que tienen los tenedores de euros y los depositantes frente a la banca. ¿Qué ocurriría si se descubriera que la banca no es solvente? Pues precisamente lo que ha ocurrido con las subprime: el valor de los euros y los depósitos caería, es decir, subiría mucho el precio del resto de bienes y servicios.

Esto no es nada nuevo. Uno de los casos más conocidos es el de la crisis argentina de 2001. Cuando se comprobó que los bancos no podrían desembolsar todos sus depósitos, el precio de cada peso depositado cayó a una tercera parte; es decir, que todos los precios de la economía se incrementaron en un 200% para quienes tenían su dinero depositado en el banco. Todo ello sin que la cantidad de pesos variara lo más mínimo (y la devaluación no tuvo nada que ver, como argumentan algunos, con su previa convertibilidad con el dólar: lo mismo ha sucedido recientemente en Islandia con una moneda inconvertible). Es lo que pasa cuando un pasivo –y el dinero actual es un pasivo bancario– entra en impago o en perspectiva de impago.

Pues bien, después de aumentar de manera desproporcionada los precios de determinados bienes y de que los bancos respaldaran casi todos sus activos en esos bienes inflados, la burbuja se ha pinchado. Los precios de la vivienda, de las acciones y de muchas empresas están empezando a caer, y algunos economistas están poniendo el grito en el cielo. "Hay que impedir a cualquier costa la deflación, bajando al mínimo los tipos de interés, ya que hoy no existe riesgo inflacionista", dicen.

Ciertamente, su temor no es para menos, aunque llega un poco tarde. En realidad, deberían haber colocado el grito en el cielo cuando los precios de los inmuebles se multiplicaron por 2,5. La deflación no es sino la corrección virulenta de los excesos pasados. Que no se preocuparan por la orgía inicial de créditos pero se asusten por su contracción sólo deja entrever su peligroso doble rasero: la obesidad mórbida es tan peligrosa como la delgadez extrema. Si la inflación fuese una burbuja, la deflación sería la anti-burbuja; lo malo de ésta ya lo tenía, en sentido inverso, aquélla.

Más sorprendente aún que este sesgo proinflacionista de muchos economistas es el remedio que predican. Bajar los tipos de interés en medio de una deflación no sirve absolutamente para nada, como ha comprobado trágicamente Japón, que sigue en ella 12 años después de que los colocara en el 0,5%. Aunque, por supuesto, para los cándidos macroeconomistas si la rebaja de tipos no sirve de nada, entonces debe inundarse el mercado con dinero de nueva creación: el Banco Central tiene que comprar a los bancos todos sus activos de mala calidad a cambio de dinero de nueva impresión. Se espera así que el incremento de la cantidad de dinero provoque una inflación que compense la deflación… y todos tan felices.

El problema de estos equilibrismos de agregados es que nunca bajan a tierra. Por ejemplo, en España los precios de la vivienda tienen que caer con respecto al resto de bienes porque si no los promotores seguirán construyendo 800.000 inmuebles al año. Los pisos están sobrevalorados, y deben sufrir un ajuste en sus precios antes de iniciar la recuperación.

Lo que la crisis y la posterior deflación ponen de manifiesto es que ciertas estructuras productivas se sobredimensionaron frente a otras; y por tanto es hora de reconvertir y reutilizar esas estructuras sobredimensionadas (liquidándolas al descuento) para relanzar las atrofiadas (por ejemplo, la industria exportadora en España). La manera de suavizar la deflación no pasa por matar la moneda, sino por hacer afluir más ahorro que puje por los bienes de capital excedentarios.

Por supuesto, la deflación puede llevar la quiebra a la banca. Como hemos visto, nuestros depósitos están respaldados por sus activos, de modo que si éstos caen de precio, aquélla tendrá más deudas que créditos, es decir, será insolvente. Claro que si, como proponen los inflacionistas, el Banco Central compra a precios inflados los activos de la banca, el problema estará zanjado. Pero sería más honrado y simple proponer que nuestros depósitos se ajusten al valor de los activos del banco: al fin y al cabo, ¿para qué alterar el valor real de los depósitos, si puede reajustarse el nominal (Argentina hizo algo similar con respecto a los dólares)? Aunque esto último, claro, sería visto como un abierto robo, mientras que la inflación se confunde con una maldición cuasi divina.

Algunos, más que economistas, parecen trileros. Recapitalizar los bancos con dinero de nueva creación nos llevaría de la deflación a la hiperinflación, y los bancos acabarían igualmente descapitalizados (como bien se vio con los bancos alemanes que sobrevivieron a la hiperinflación de 1923 exhaustos de capital y que terminaron quebrando en 1931).

La crisis financiera es sólo el reflejo de una crisis en la economía real; por tanto, desde el momento en que los bancos centrales todavía no han aprendido a multiplicar los panes y los peces, la política monetaria no debe orientarse a parchear las caídas de precios, sino a defender el valor de las divisas. La solución necesariamente pasa por un aumento del ahorro y un ajuste de los precios relativos, y mucho me temo que el expansionismo monetario no favorece ninguna de las dos cosas. Pero bueno, qué más dará esto, cuando podemos recurrir al sota-caballo-rey de que cuando caen los precios hay que imprimir más dinero.

lunes, 24 de noviembre de 2008

ACTIVIDAD CICLONICA


Saturday, November 22, 2008
El índice ACE


Que la actividad ciclónica tropical ha aumentado por culpa de las emisiones de CO2 es más un topicazo indemostrable que una evidencia. Acaba ahora la temporada de los ciclones tropicales en el hemisferio norte. A pesar de la mala suerte de los cubanos, no ha habido una actividad muy importante.


La administración meteorológica y oceanográfica de los Estados Unidos, la NOAA, utiliza un indice denominado ACE (Accumulated Cyclone Energy) para determinar la mayor o menor intensidad de cada mes y cada año. El índice tiene en cuenta el número, la intensidad y la duración de los ciclones.


Como se ve en la figura, estos últimos años la actividad en el hemisferio norte ha disminuido. También ha sucedido así a escala global.





ref.:Seasonal Tropical Cyclone Activity
Accumulated cyclone energy - Wikipedia, the free encyclopedia

sábado, 22 de noviembre de 2008

viernes, 21 de noviembre de 2008

LA GUERRA DE OBAMA (EL EFECTO PETREAUS)


La Guerra de Obama. En Afganistán, el cambio que hace falta es una estrategia firme de contrainsurgencia
Por Clifford D. May
Colaboraciones nº 2469 | 21 de Noviembre de 2008
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(Publicado en Fundación para la Defensa de las Democracias, 20 de noviembre de 2008)

Las tropas americanas en Afganistán están librando lo que pronto se convertirá en la guerra de Barack Obama – no solamente porque la heredará, sino porque él la ha reivindicado para sí. Éste es “el campo de batalla correcto” ha dicho Obama. “Hay que ganar la guerra en Afganistán” dijo.

¿Cómo puede cumplirse esa misión? Largas entrevistas con comandantes militares americanos, diplomáticos europeos y funcionarios afganos llevan a la siguiente conclusión: aunque en este momento no estemos derrotando a los talibanes y a otros grupos beligerantes en Afganistán, podemos ganar – si la administración entrante está completamente preparada para financiar una estrategia sofisticada de contrainsurgencia similar a la que ejecutó el general David Petraeus en Irak.

Un punto sutil y a menudo malentendido: lo que le dio la vuelta a la guerra en Irak no fue el “aumento” de tropas en el país. Más bien, la clave está en una transición a la contrainsurgencia – una forma de librar guerras que requiere muchas botas en el terreno.

Antes de que Petraeus tomara el mando en Irak a principios de 2007, la mayoría de tropas americanas estaban acuarteladas en grandes bases operativas de avanzada (FOBs) que tenían que recibir suministros, necesitaban mantenimiento y, lógicamente, protección. Mientras tanto, fuera de allí, los terroristas asumían el control de barrios y ciudades – matando, explotando, coaccionado e intimidando a la gente local.

Una pequeña cantidad de tropas de élite iba a la faena de la guerra - saliendo de las bases, a menudo de noche, para buscar a líderes terroristas, rompiendo puertas a patadas, arrestando a sospechosos, matando a los que se resistían y a veces saltando por los aires con las bombas plantadas a lo largo de caminos por los que los insurgentes sabían que los americanos tendrían que pasar. Había escasa inteligencia aplicable que fuera de fiar, por tanto las tropas tiraban abajo las puertas a patadas dando con la gente equivocada y matando a la gente equivocada, alimentando el resentimiento iraquí contra los “invasores” americanos. En resumen, era una estrategia defectuosa y fracasada.

Petraeus llegó y abrió el camino a cambios espectaculares. Sacó a las tropas de las bases y las puso en las peligrosas calles de Irak. También trajo refuerzos y los colocó en comunidades iraquíes. Es cierto que eso dio a terroristas más blancos en posiciones más vulnerables. Pero una vez que los iraquíes comprendieron que estos soldados estaban allí para dotar de seguridad a sus comunidades, sus actitudes experimentaron una gran transformación.

Comenzaron a trabajar con los americanos, suministrándoles el tipo de inteligencia que ningún satélite o avión espía puede conseguir: identificar a los chicos malos y señalar sus casas, escuelas y mezquitas donde ocultaban y almacenaban armas y mantenían a los presos. Al poco tiempo, los terroristas de al-Qaeda y las milicias patrocinadas por Irán salían huyendo despavoridos.

Como los expertos de contrainsurgencia en Afganistán explican, para que la contrainsurgencia tenga éxito se requiere seguir cuatro discretos pasos: dar forma, despejar, mantener y cimentar.

El dar forma supone tareas como sentarse con los líderes locales para pedir su consentimiento antes de traer tropas. Despejar es la parte “cinética”: eliminar al enemigo usando fuerza letal. Las áreas despejadas deben mantenerse así con fuerzas de seguridad que deben quedarse para evitar que los chicos malos vuelvan. A corto plazo, estas fuerzas pueden ser extranjeras, pero la responsabilidad se debe transferir cuanto antes a las autoridades locales a las que nuestras tropas hayan entrenado para la tarea y a las que aconsejaremos todo el tiempo que sea necesario. Finalmente, hay un componente de desarrollo: cimentar la economía local y ayudar en el establecimiento de la buena gobernanza para que esas comunidades liberadas de terroristas puedan mantenerse firmes sobre sus propios pies.

Hablamos de un proceso largo y arduo. Pero ha funcionado contra insurgencias difíciles – mientras que otras políticas no lo han conseguido. Por esa razón, los oficiales americanos y sus tropas están trabajando duro para dominar la gama de técnicas necesarias y adaptar lo que se ha aprendido en Irak a las distintas – y en muchos respectos más difíciles – condiciones en Afganistán.

Sin embargo, para tener éxito necesitaremos más personal y equipos: Todo, desde helicópteros a protección blindada. Durante la campaña, Obama prometió proporcionar esos recursos. El general Petraeus y los comandantes en el terreno en Afganistán deberían decirle al presidente electo exactamente lo que necesitan. Obama debería escuchar. Si lo hace, republicanos al igual que demócratas deberían apoyarlo en esto.

Afganistán será la guerra de Obama pero también será la guerra de Estados Unidos – al igual que Irak fue la guerra de Bush y la guerra de Estados Unidos (aunque mucha gente se resistiera a reconocer esto último). El cambio que hace falta es una estrategia firme de contrainsurgencia.




Clifford D. May, antiguo corresponsal extranjero del New York Times, es el presidente de la Fundación por la Defensa de las Democracias. También preside el Subcomité del Committee on the Present Danger.

lunes, 17 de noviembre de 2008

LOS 23 DEL G20


LOS 23 DEL G20
No quisiera parecer un aguafiestas pero la merienda de Washington ha sido un fracaso tal y como era de esperar. Una reunión sin sentido que respondía a la voluntad de engañar al respetable de un modo grandilocuente y efectista. Una cumbre para demostrar que una hipotética agencia internacional de supervisión financiera es la respuesta a nuestros pecados. Los presidentes y ministros de los 23 países que han ido a la cosa esa del G20 han pasado un buen fin de semana a costa de nuestra despreocupación e ignorancia. Han quedado como héroes preocupados y como garantes del bienestar futuro gracias a su incalculable conocimiento de la solución final.

Pero la conclusión es de asustarse. Estamos como estábamos, no se creará ninguna agencia internacional que supervise las finanzas del mundo, sino que la responsabilidad caerá en los supervisores nacionales. Es decir, se da permiso para que cada país determine hasta donde quiere meter la mano. En nuestro caso, Zapatero ya ha advertido que piensa meterla hasta las entrañas. Este pobre hombre cree que tiene vía libre intelectual y políticamente para retorcer el sistema capitalista y de libre mercado a su gusto gracias al teórico fracaso del sistema. Aun no se ha dado cuenta que el guantazo que hemos recibido nada tiene que ver con eso y que el problema que él tiene que gestionar en estos momentos y urgentemente es otro. El presidente del gobierno menos capaz de la historia de este país se ha ido a Washington a no sabemos que, cuando resulta que debía estar era en Madrid, con su cumbre particular. Mientras las empresas españolas siguen quebrando Zapatero sigue con su particular ruta de los idiotas, pagando cúpulas y negando la evidencia.

A medida que han ido trascendiendo algunas medidas aprobadas, va cogiendo fuerza el Fondo de Estabilidad Financiera como elemento clave en la reforma de los mercados. Me temo que cada país lo va a interpretar a su manera, sobretodo sumándolo al papel ambiguo que se le ha reservado a los colegios supervisores de los que se desconoce si finalmente se convertirán en órganos internacionales.
Está claro que los mercados reaccionaran favorablemente al encuentro a corto plazo, pues es algo inédito y que queda muy bien en las entradillas de los telediarios, pero en breve, con la digestión y la evidencia, todo volverá al punto de partida. Quien se crea que los allí reunidos iban a dar alguna respuesta eficiente van listos. Esa pandilla de burócratas de alto standing no dejan de ser parte del problema, los agentes principales de la mayoría de desastres que ahora vive el planeta. Atacar los problemas del mundo olvidando a África por ejemplo es de silla eléctrica, pero esperar que la presidenta de Argentina tenga algo que aportar es para retorcerse en el sofá. Otros mandatarios estuvieron por estar dicho sea de paso, pero el efecto tragicómico es preocupante. La crisis financiera es la evidencia más clara de que el dinero no existe, ahora es arroz y que los responsables son los que no ejercieron el control en su momento. Hablo de control no de intervención, pues no es necesario intervenir como pretenden algunos en el sistema, con un control y la aplicación de las leyes era suficiente. Ahora culpan al capitalismo, pero yo culparía a los capitalistas, que no es lo mismo.

Justo cuando parecía que no se podían decir más tonterías por minuto, el portavoz de la fiesta ha advertido de la creación de las Cajas de Supervisión para los Credit Dafaut Swaps a fin de regular el mercado de esos productos. Deben pensar que, o los que leen esto somos tontos, que la mayoría de ciudadanos del mundo no tienen puta idea de lo que han aprobado o que los interesados viven en la cara oculta de la luna. Esto es la mayor de las idioteces que se pueden escribir. Supervisar los CDS es algo que ya era obligatorio por la legislación vigente e inadaptable a otra de nueva. Crear nuevas cajas de supervisión es engrandecer el espacio de desarrollo y crecimiento de los propios CDS, con lo que su control cada vez será menos efectivo pues aumenta la superficie a controlar. Es de locos.
Otra de las resoluciones surrealistas es esa que abre la veda a la valoración de activos por encima del FMI y del propio Banco Mundial. Esto, a efectos prácticos, supone la creación de un tercer organismo o por derivación la de un centenar de pequeños bancos mundiales que hagan valoraciones inestables y poco eficientes, que reproduzcan un mercado internacional mastodóntico o que el sistema se haga sumamente complejo, aun más si cabe. No entiendo nada y les aseguro que no falté demasiado a clase.

Pero lo importante no se ha tratado. Sabemos que una de las causas principales del agujero en el que estamos son las agencias de rating, y sin embargo se han limitado a decir que habrá controles a este propósito pero sin especificar si habrá nuevas regulaciones. Igual ocurre con la unificación de los estándares contables, cuyos propósitos también quedan en el aire. Vamos que, como sabíamos, han ido a la foto, a comprobar que Bush no es un holograma y a por los caramelos.

Ahora bien, podemos estar tranquilos, en el apartado final del acuerdo global dicen: "Es nuestra voluntad asegurar que todos los mercados financieros, productos y partícipes sean regulados o sujetos a supervisión según sea apropiado en cada circunstancia". ¡Que concreción!, ¡que maravilla!, ahora si que me quedo pendiente de la fecha en la que puedo dejar de chuparme el dedo definitivamente. Buena suerte a todos, la vamos a necesitar, ahora ya no quedan balas.

EL PARTO DE LOS MONTES


Reflexiones del compañero Fidel: EL PARTO DE LOS MONTES
2008-11-16




Bush se mostraba feliz con tener a Lula a su diestra en la cena del viernes. A Hu Jintao, al que respeta por el enorme mercado de su país, la capacidad de producir bienes de consumo a bajo precio y el caudal de sus reservas en dólares y bonos de Estados Unidos, lo sentó a su izquierda.

Medvédev, a quien ofende con la amenaza de ubicar los radares y la cohetería estratégica nuclear no lejos de Moscú, fue ubicado en un asiento distante del anfitrión de la Casa Blanca.

El rey de Arabia Saudita, un país que producirá en un futuro próximo 15 millones de toneladas de petróleo ligero a precios altamente competitivos, quedó también a su izquierda, al lado de Hu.

Su más fiel aliado en Europa, Gordon Brown, Primer Ministro del Reino Unido, no aparecía cerca de él en las imágenes.

Nicolás Sarkozy, descontento con la arquitectura actual del orden financiero, quedó distante de él, con el rostro amargado.

Al Presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, víctima del resentimiento personal de Bush y asistente al cónclave de Washington, ni siquiera lo vi en las imágenes televisadas de la cena.

De esa forma fueron ubicados los asistentes al banquete.

Cualquiera hubiera pensado que al día siguiente se produciría el debate de fondo sobre el peliagudo tema.

Temprano en la mañana del sábado, las agencias informaban sobre el programa que tendría lugar en el National Building Museum de Washington. Cada segundo estaba programado. Se analizarían la actual crisis y las medidas a tomar. Se iniciaría a las 11 y 30 hora local. Primero, sesión gráfica: “fotos de familia”, como las llamó Bush; veinte minutos después, la primera plenaria, seguida de una segunda a la mitad del día. Todo rigurosamente programado, hasta los nobles servicios sanitarios.

Los discursos y análisis durarían aproximadamente tres horas y 30 minutos. A las 3 y 25, hora local, almuerzo. De inmediato, a las 5 y 5, declaración final. Una hora después, a las 6 y 5, Bush marcharía a descansar, cenar y dormir plácidamente en Camp David.

El día transcurría, para los que seguían el evento, con la impaciencia por conocer cómo en tan breve tiempo se abordarían los problemas del planeta y de la especie humana. Estaba anunciada una declaración final.

El hecho real es que la declaración final de la Cumbre se elaboró por asesores económicos preseleccionados, bastante afines al pensamiento neoliberal, mientras Bush en sus pronunciamientos pre y pos cumbre reclamaba más poder y más dinero para el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y otras instituciones mundiales que están bajo riguroso control de Estados Unidos y sus más cercanos aliados. Ese país había decidido inyectar 700 mil millones de dólares para salvar a sus bancos y empresas transnacionales. Europa ofrecía una cifra igual o mayor. Japón, su más firme pilar en Asia, ha prometido una contribución de 100 mil millones de dólares. Esperan de la República Popular China, que desarrolla crecientes y convenientes vínculos comerciales con los países de América Latina, otra contribución de 100 mil millones procedentes de sus reservas.

¿De dónde saldrían tantos dólares, euros y libras esterlinas como no fuera endeudando seriamente a las nuevas generaciones? ¿Cómo se puede construir el edificio de la economía mundial sobre billetes de papel, que es en lo inmediato lo que realmente se pone en circulación, cuando el país que los emite sufre un enorme déficit fiscal? ¿Valdría la pena tanto viaje por aire hacia un punto del planeta llamado Washington para reunirse con un Presidente al que le quedan sólo 60 días de gobierno, y suscribir un documento que ya estaba diseñado de antemano para ser aprobado en el Washington Museum? ¿Tendría razón la prensa radial, televisiva y escrita de Estados Unidos al no concederle atención especial a ese viejo rejuego imperialista en la cacareada reunión?

Lo increíble es la propia declaración final, aprobada por consenso de los participantes en el cónclave. Es obvio que constituye una aceptación plena de las exigencias de Bush, antes y durante la cumbre. A varios de los países participantes no les quedaba otra alternativa que aprobarla; en su lucha desesperada por el desarrollo, no deseaban aislarse de los más ricos y poderosos, así como de sus instituciones financieras, que constituyen mayoría en el seno del Grupo G 20.

Bush habló con verdadera euforia, usando palabras demagógicas, leyó frases que retratan la declaración final:

“La primera decisión que tuve que tomar ―dijo― fue quiénes venían a la reunión. Decidí que teníamos que tener a las naciones del Grupo de los 20, en lugar de solamente el Grupo de los Ocho o el Grupo de los Trece.

“Pero una vez que se toma la decisión de tener al Grupo de los 20, la pregunta fundamental es con cuántas naciones de seis diferentes continentes, que representan a diferentes etapas de desarrollo económico, es posible alcanzar acuerdos que sean sustanciales, y me complace informarles que la respuesta a esa pregunta es que lo logramos.

“Estados Unidos ha tomado algunas medidas extraordinarias. Ustedes, que han seguido mi carrera, saben, yo soy un partidario del libre mercado, y si uno no toma medidas decisivas, es posible que nuestro país se suma en una depresión más terrible que la Gran Depresión.”

“Recién empezamos a trabajar con el fondo de 700 mil millones de dólares que está comenzando a liberar dinero a los bancos.”

“De manera que todos entendemos la necesidad de promover políticas económicas a favor del crecimiento”.

“La transparencia es muy importante para que los inversionistas y los reguladores puedan saber exactamente qué está pasando.”

El texto del resto de lo que dijo Bush es por el estilo.

La declaración final de la Cumbre, que requiere por su extensión media hora para leerlo en público, se define a sí misma en un grupo de párrafos seleccionados:

“Nosotros, los líderes del Grupo de los 20, hemos celebrado una reunión inicial en Washington el 15 de noviembre entre serios desafíos para la economía y los mercados financieros mundiales…”

“…debemos poner las bases para una reforma que nos ayude a asegurarnos de que una crisis global como esta no volverá a ocurrir. Nuestro trabajo debe estar guiado por los principios del mercado, el régimen de libre comercio e inversión…”

“…los actores del mercado buscaron rentabilidades más altas sin una evaluación adecuada de los riesgos y fracasaron…”

“Las autoridades, reguladores y supervisores de algunos países desarrollados no apreciaron ni advirtieron adecuadamente de los riesgos que se creaban en los mercados financieros…”

“…las políticas macroeconómicas insuficientes e inconsistentemente coordinadas, e inadecuadas reformas estructurales, condujeron a un insostenible resultado macroeconómico global.”

“Muchas economías emergentes, que han ayudado a sostener la economía mundial, cada vez más sufren el impacto del frenazo mundial.”

“Subrayamos el importante papel del FMI en la respuesta a la crisis, saludamos el nuevo mecanismo de liquidez a corto plazo y urgimos a la continua revisión de sus instrumentos para asegurar la flexibilidad.

“Animaremos al Banco Mundial y a otros bancos multilaterales de desarrollo a usar su plena capacidad en apoyo de su agenda de ayuda…”

“Nos aseguraremos de que el FMI, el Banco Mundial y los otros bancos multilaterales de desarrollo tengan los recursos suficientes para continuar desempeñando su papel en la resolución de la crisis.”

“Ejercitaremos una fuerte vigilancia sobre las agencias de crédito, con el desarrollo de un código de conducta internacional.”

“Nos comprometemos a proteger la integridad de los mercados financieros del mundo, reforzando la protección del inversor y el consumidor.”

“Estamos comprometidos a avanzar en la reforma de las instituciones de Bretton Woods, de forma que puedan reflejar los cambios en la economía mundial para incrementar su legitimidad y efectividad.”

“Nos reuniremos de nuevo el 30 de abril de 2009 para revisar la puesta en marcha de los principios y decisiones tomadas hoy.”

“Admitimos que estas reformas sólo tendrán éxito si se basan en un compromiso con los principios del libre mercado, incluyendo el imperio de la ley, respeto a la propiedad privada, inversión y comercio libre, mercados competitivos y eficientes y sistemas financieros regulados efectivamente.”

“Nos abstendremos de imponer barreras a la inversión y al comercio de bienes y servicios.”

“Somos conscientes del impacto de la actual crisis en los países en desarrollo, particularmente en los más vulnerables.

“Mientras avanzamos, estamos seguros de que mediante la colaboración, la cooperación y el multilateralismo superaremos los desafíos que tenemos ante nosotros y lograremos restablecer la estabilidad y la prosperidad en la economía mundial.”

Lenguaje tecnocrático, inaccesible para las masas.

Pleitesía al imperio, que no recibe crítica alguna a sus métodos abusivos.

Loas al FMI, Banco Mundial y las organizaciones multilaterales de créditos, engendradores de deudas, gastos burocráticos fabulosos e inversiones encaminadas al suministro de materias primas a las grandes transnacionales, que son además responsables de la crisis.

Así por el estilo, hasta el último párrafo. Es aburrida, plagada de lugares comunes. No dice absolutamente nada. Fue suscrita por Bush, campeón del neoliberalismo, responsable de matanzas y guerras genocidas, que ha invertido en sus aventuras sangrientas todo el dinero que habría sido suficiente para cambiar la faz económica del mundo.

En el documento no se dice una palabra de lo absurdo de la política de convertir los alimentos en combustible que propugna Estados Unidos, del intercambio desigual de que somos víctimas los pueblos del Tercer Mundo, ni sobre la estéril carrera armamentista, la producción y comercio de armas, la ruptura del equilibrio ecológico, y las gravísimas amenazas a la paz que ponen al mundo al borde del exterminio.

Sólo una frasecita perdida en el largo documento menciona la necesidad de “afrontar el cambio climático”, cuatro palabras.

Por la declaración se verá cómo los países presentes en el cónclave demandan reunirse de nuevo en abril de 2009, en el Reino Unido, Japón o cualquier otro país que cuente con los requisitos adecuados ―nadie sabe cuál―, para analizar la situación de las finanzas mundiales, con el sueño de que las crisis cíclicas nunca vuelvan a repetirse con sus dramáticas consecuencias.

Ahora les corresponderá a los teóricos de izquierda y de derecha opinar fría o acaloradamente sobre el documento.

Desde mi punto de vista, no fueron rozados ni con el pétalo de una flor los privilegios del imperio. Si se dispone de la paciencia necesaria para leerlo desde el principio hasta el final, podrá apreciarse cómo se trata simplemente de una apelación piadosa a la ética del país más poderoso del planeta, tecnológica y militarmente, en la época de la globalización de la economía, como quienes ruegan al lobo que no se devore a la Caperucita Roja.










Fidel Castro Ruz
Noviembre 16 de 2008
4 y 12 p.m

NO ES UNA RECESION CONVENCIONAL


Hace un par de días, tras leer un artículo que abordaba (justificaba) que la ‘recuperación’ (las comillas son mías) llegará a lo largo del 2010 (un artículo más de las docenas que en las últimas semanas sobre el tema se han publicado y a las que ha venido a sumarse el último informe de la OCDE), me recliné en la silla en la que estaba sentado, miré al techo, y me pregunté cual podía ser el motivo de que la inmensa mayoría de expertos digan eso: que para el 2010, todo solucionado o en vías de solución. Tras meditar largamente sobre el asunto, finalmente llegué a la siguiente conclusión.

Descartando la posibilidad de que oscuros intereses obliguen a esa mayoría de expertos a mentir y a falsear sus conclusiones a fin de que el hombre de la calle crea lo que no es; no considerando tampoco que son los políticos los que de forma planificada tergiversan y falsean los datos aportados por los expertos, pienso que, con la mayor profesionalidad del mundo, en la mayoría de los cálculos que se están realizando para parametrizar la evolución de los macroagregados a lo largo de los próximos años se está partiendo de dos supuestos: 1) que lo que viene -que ya se reconoce que va a ser malo- va a tener un comportamiento semejante a los períodos malos habidos en el pasado, y 2) en parte por lo anterior, no se contempla la posibilidad de que las cosas puedan ir, no a peor, sino verdaderamente a peor: a requetepeor.
Lo primero supone suponer que lo que va a pasar ya ha pasado: ‘conocemos las cosas malas que sucedieron en el año XXXX y podemos tomar decisiones basadas en aquello’, modulando su dinámica, claro; el ejemplo: 1991(en el reino el 93): todo lo que está sucediendo se compara con aquello, y las medidas que se eligen van en la misma dirección. En el 91 fue el crédito personal; hoy, agotada esa vía, se piensa en el gasto público. Debido a lo segundo no se contempla la posibilidad de que ocurran ‘sucesos perturbadores’: desastres que, por ejemplo, imposibiliten el acceso a un yacimiento energético, o una mayor restricción en el consumo personal a la esperada debido a una percepción más negativa del entorno económico por una mayoría de la población.

Introduciendo esos supuestos en las previsiones, las cosas cambian radicalmente. Las cosas no van a tender hacia la mejora para remontar tras un estancamiento de un par de trimestres, al contrario, pienso que esos dos o tres trimestres se van a convertir en seis o siete, y que la situación económica acelerará su deterioro a partir de mediados del 2010 porque será entonces cuando se habrá alcanzado la masa crítica para que se produzca el derrumbe.

En parte ello será debido a que lo que está sucediendo en estos meses (a partir de Septiembre del 2007) en nada se asemeja a lo que sucedió en 1991 o el 2000, lo que hará que las respuestas -las reacciones, más bien- de las instituciones, las entidades financieras, las compañías y las personas vayan siendo muy diferentes a las se dieron en estas dos recesiones. (Simplemente puede atenderse a un dato: el volumen de deuda de las entidades financieras, de las compañías no financieras, de las familias y de las personas físicas).

Ello irá realimentando un proceso que irá calando en la estructura económica y afectará a sus actores: la actividad económica se irá enlenteciendo, lo que afectará a su comportamiento, desencadenándose reacciones implosivas de tipologías nuevas que no se dieron en momentos recesivos anteriores. (La lectura final indicará una deflación, claro, pero tan significativo como la deflación en sí será el proceso por el que se ha llegado a ese estado: más que por un crash, por un desmoronamiento a cámara lenta).

Llegados a ese momento en el que la estructura no pueda sostener la masa crítica se producirá el derrumbe y el inicio de la verdadera crisis. Si, además, se produce algún hecho extraordinario como el apuntado (en realidad no demasiado extraordinario atendiendo al ambiente existente en Oriente Medio), el hundimiento resultante puede ser descomunal.
Vuelvo a repetir lo que no me canso de repetir: en economía lo auténticamente importante es la tendencia. Por encima de que la evolución del PIB se sitúe en tales o cuales porcentajes, lo que debería considerarse es que la tendencia no tiene, necesariamente, que ser: ‘caída – recuperación’ -que es la que se está mayoritariamente contemplando-; sino: ‘caída – caída mayor – estancamiento – recuperación’.

Hay elementos que ya avalan el no comportamiento de las cosas como en pasadas recesiones, posiblemente uno de los más significativos sea la demanda de tipos de interés reales negativos por parte de generadores de oferta con el argumento de que el consumo aumentará al ver los consumidores que su dinero cada vez tiene un menor valor. Ese razonamiento parte del hecho de que la situación que hoy estamos viviendo es semejante a lo sucedido en pasadas recesiones, y eso, entiendo, no es así: la situación actual es parte de una crisis sistémica, y los comportamientos no tienen porque mimetizarse con respecto a pasadas recesiones: los tipos reales pueden llegar a ser negativos y el consumo reducirse más ante la incerteza de la población en el futuro.

Sorprende, también, el conjunto de medidas que todos los Estados están adoptando a fin de tapar agujeros y mantener la situación bajo un cierto manto de tranquilidad; política que, en el fondo pone de manifiesto la no existencia de un verdadero plan (de un manual actualizado), algo que tampoco se dio en recesiones anteriores: el manual al uso funcionó.

Paralelamente, hay quienes sí tienen muy claro la dirección hacia la que apuntan las cosas. Los mensajes pueden ser unos, pero lo que hay detrás es otra cosa: nada va a ser igual a partir del 15 N: en Washington se ha procedido a la inauguración de una nueva fase y los resultados de lo ya se ha puesto en marcha los veremos en un par de años, tal vez un poco antes. Será una nueva estructura financiera, no un apaño; será técnica, no política; será como tenga que ser, no teniendo que cumplir unos parámetros estéticos; será para la crisis, y para lo que venga después; y no será para la eternidad: nos hallamos en una transición sistémica.

De momento, el día 13: una muestra de lo que va a venir: los Masters of the Univers convocados en Washington, y un mensaje: ‘Uds. ya no son necesarios, lo han sido, ya no; vayan recogiendo sus cosas. Gracias, y adiós’. ¿Se apuestan un café a que el papel de los hedge funds va a ir a menos, menos, menos y que dentro de tres o cuatro años serán, tan sólo, un párrafo en las crónicas (electrónicas, claro) de la época

(De todos modos, y a pesar de que la mayoría de expertos crean, con toda la profesionalidad de que son capaces, que lo que ahora está sucediendo es una recesión ‘convencional’ y que tras unos cuantos trimestres todo volverá a ser más o menos como antes, bastantes de ellos, cuando el tiempo demuestre que las cosas han sido muy diferente a como ellas/os manifestaron, exclamarán algo parecido a: ‘Lo ven: ya lo decía yo’. Uds. lo oirán, y lo verán: siempre sucede).

(Echen un vistazo a esto: ªPrices May Have Tumbled as Economy Sank: U.S. Economy Preview” (http://www.bloomberg.com/apps/news?pid=20601087&sid=aTxtStJrKGr0&refer=home); y eso que aún, ni ha pasado nada, ni está pasando nada).

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

domingo, 16 de noviembre de 2008

EL TROPICO NO SE CALIENTA


El trópico no se calienta


Si a escala global las mediciones indican que no ha habido subida térmica en los últimos diez años, la no-subida en la zona tropical se puede aplicar a los 30 últimos años, desde 1980. Se mida como se mida: con globos, con satélites o con garitas en el suelo.


Pongo arriba una gráfica de la evolución de la temperatura en la zona tropical (20ºN-20ºS) que extraigo de la página web del Met Office. Confío que el copyright real no se enfade porque haya utilizado el metodo CPyT (corta, pega y traduce) para presentarla aquí.


Las mediciones de satélite se refieren a la baja troposfera, que es la capa de aire entre el suelo y unos 3.000 o 4.000 metros de altura. Miden la temperatura del aire por la captación que hacen de las microondas que emite el oxígeno. Comenzaron en 1979. Dos organismos, más o menos liados a la NASA, publican todos los meses sus resultados. Son UAH (Universidad de Alabama en Huntsville) y RSS (Remote Sensing Systems). Pueden leerse en la web y cada vez somos más los que los consultamos (aquí y aquí)


Aparece también en la gráfica la evolución térmica indicada por los radiosondeos con globo en la baja troposfera que se realizan de forma periódica en diversas estaciones, no muchas, de aquella zona.


Y finalmente, en verde, aparece la evolución de la temperatura media a partir de los datos de los termómetros de las garitas instaladas en tierra.


Ciclones, tifones, huracanes, inundaciones y sequías, Niños y Niñas, emigraciones y hambrunas, pérdida de biodiversidad, tsunamis ... todo el trópico afectado por el CO2 y el cambio climático. Sin embargo, lo esencial del calentamiento global, el calentamiento, resulta en estas tres últimas décadas inapreciable.

ref. http://hadobs.metoffice.com/hadat/images.html

viernes, 14 de noviembre de 2008

jueves, 13 de noviembre de 2008

CABEZAS PENSANTES


En el reino: el principal partido de la oposición pienso que no tiene razón: las medidas que ha diseñado el Gobierno no serán paliativas, ¡ojalá lo fuesen!. No son paliativas porque la crisis aún no ha llegado, por lo que no palian nada, lo que sí son, son medidas ‘tapa agujeros’ y ‘cierra bocas’ (aunque cada vez tapan menos agujeros porque cada vez hay más, y cada vez pueden cerrar menos bocas porque cada vez más gente las está abriendo para decir que las-cosas-no-van. Tampoco la tiene cuando dice que el desempleo ha resurgido con este Gobierno; ¿qué están diciendo, qué con otro partido gobernando la tasa de paro estaría situada mucho más abajo?.

Todos los partidos califican las medidas adoptadas de insuficientes, y no lo son, lo que sí son: inútiles: no van a evitar nada porque lo que está llegando es inevitable, ni van a paliar porque no están diseñadas para eso. Sin embargo, ningún partido dice en qué se debe gastar la pasta que ya no hay (la semana pasada: el Ministro de Economía), ni de donde debería salir esa pasta que adicionalmente debería gastarse, porque siempre está lo de siempre: Si se gasta en cañones deja de gastarse en mantequilla: mejor, dirán algunas/os: la mantequilla favorece la producción de colesterol malo.

Y en todas partes (puede que aquí más), los sindicatos piden, exigen a los políticos que tomen medidas contra las desinversiones, contra los cierres, contra los posibles traslados, contra las teóricas deslocalizaciones: cada vez menos: fabricar, ¿dónde si las ventas están cayendo en todas partes?; y amenazan con ‘paros de actividad’ (ya no está de moda decir ‘huelga’, ¿por qué?) a las compañías que se plantean desinvertir, cerrar, trasladar; y se equivocan, ahora, y antes. Los sindicatos, los políticos, también las compañías.

Cuando todo iba bien, los sindicatos no estudiaron la situación, no pidieron audiencia a los políticos, y no les preguntaron que habían pensado para cuando la zona X ya no fuese competitiva para fabricar el bien Y para la empresa Z. No sé si vieron que iba a suceder lo que ahora está sucediendo (tiendo a pensar que si: tienen servicios de estudios, pero, entonces …).

Los políticos tampoco llamaron a los sindicatos y les dijeron que había que hablar de un tema: como enfocar la pérdida de competitividad de la zona X, zona en la que se halla ubicada la empresa Z y en la que esa empresa fabrica el bien Y.

Y ni los sindicatos ni los políticos dijeron a sus representadas/os ni a sus electoras/es que dentro de unos pocos años se iban a tener problemas en la zona X ya que la empresa Z iba a cerrar y que se iba a ir a otro lugar a fabricar el bien Y debido a que su fabricación no era competitiva en esa zona, razón por la que había que ir diseñando un plan sustitutivo.

Ahora sindicatos y políticos pueden decir lo que quieran, pero la única verdad es la de que durante el tiempo que ha durado el hiperconsumo y el hipercrédito, durante la época en la que ‘todo-iba-bien’, muy pocas/os se acordaron de que la competitividad es como el rocks que se pone al whiskey: a no ser que se renueve, se acaba deshaciendo, se diluye, hasta que desaparece, y cuando eso sucede, es muy, muy difícil recuperarla, máxime cuando ‘todo-va-mal-y-a-peor’.

(Vale, muy bien: la propuesta de la Comisión Nacional de la Energía puede ser calificada como se quiera, pero, al margen de los beneficios que las compañías eléctricas hayan declarado en sus cuentas, hay una partida virtual que suma 14.000 millones de euros y que está indicando que el coste de producir energía eléctrica en mayor que el precio al que esa energía puede ser cobrada. Se califica la propuesta, pero no se resuelve el problema … porque no es posible la solución que debería aplicarse. No entiendo como no se le ha ocurrido a nadie una que es genial (¿o sí se le ha ocurrido a alguien?): convertir ese importe en deuda pública: café para todos).

(Las cabezas visibles que están anuncian una nueva era en el modo de hacer las cosas en lo financiero alaban la política española desplegada en este campo. Alaban la regulación de las entidades financieras existente en España, sin embargo esos alabadores nada dicen sobre los criterios seguidos por las entidades financieras españolas para elegir negocios: ¿es de alabar conceder un crédito a alguien que tiene que destinar al pago de su devolución el 55% de sus ingresos mensuales?.

Esas cabezas visibles también proclaman el camino a seguir para ¡¡¡¡salir!!!!! de la situación en la que se hallan las economías mundiales: no importa el déficit, hay que reducir ingresos públicos rebajando impuestos y aumentar el gasto público interviniendo en donde sea necesario; y lo argumentan: ¡lo dijo Keynes!.

Como en Filosofía: ‘Niego la mayor’. Keynes no dijo eso así, y, lo más importante: lo dijo en un entorno temporal y en un escenario estructural que en nada se parecían a los actuales, en NADA. Keynes quería solventar una crisis de subconsumo en una atmósfera de sobreproducción a partir de unos niveles de deuda ridículos una vez hecha la ´limpieza’. Hoy los niveles de deuda son aberrantes; el subconsumo es real: no cabe más consumo en ninguna parte; y el exceso de oferta no es absorbible, por lo anterior y porque la productividad puede crecer infinitamente más que en los 30. Además, cuando Keynes dijo lo que dijo ‘no habían’ problemas con las commodities, hoy sí. Y, más además: entonces la economía planetaria ‘iba-a-más’ y ahora no porque, ni hace falta ni es conveniente ya que ahora sí hay un montón de problemas con los recursos.

Pienso que debería dejarse de decir que la solución estriba en aplicar políticas keynesianas. Sería conveniente: para no confundir al personal).

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull

miércoles, 12 de noviembre de 2008

EL PESO DE LA EVIDENCIA


EL PESO DE LA EVIDENCIA
El gobierno está cerca de aceptar que esto se ha parado. Que la maquinaria se ha roto y que vienen tiempos de penuria. Lo aceptará finalmente pues la evidencia pesa. Las previsiones del Servicio de Estudios del BBVA indican que España crecerá en negativo un 1% el año que viene. Teniendo en cuenta que se equivocan más que hablan y que esos análisis siempre son “benévolos” con el stablishment, podemos echarnos a temblar pues, como aquí se ha dicho más de una vez, el 2009 será espantoso, con un 1,8% de crecimiento negativo, pero que el 2010 será aun peor aunque el PIB entre en crecimiento plano. Los españoles debemos prepararnos para un producto interior bruto en crecimiento plano pero en deflación o recesión. En un par de años sabremos que significa eso de “parada técnica de la economía”. En un próximo post lo explicaré.

El ejecutivo que no lidera Solbes ni nadie, acabará escupiendo lo que sabe hace tiempo y que se niega a hacer público, sin embargo un paquete estratégico de comunicación empezará a darle cuerpo a ese anuncio y, a partir de la cumbre en Washington, Zapatero y sus secuaces empezarán a trasladar el vértice del problema en un contexto global. El peor equipo económico de la historia reciente de este país pretende que nos creamos esta fábula. Habrá quien se lo crea por omisión, otros por obligación y una mayoría por sumisión. Mantengo mi sorpresa con la actitud de sindicatos y agentes sociales, con la desidia social y con la parálisis intelectual que sobrevuela los espacios de opinión en este país. Mientras la anestesia social que suponen los subsidios por desempleo haga efecto todo permanecerá en esta especie de “sueño de los idiotas”, pero cuando su cadencia vaya disminuyendo aquí se va a armar la de Dios.

Seguimos huérfanos de gobierno y de oposición, nuestros patronos del Estado continúan alejados de la realidad a una distancia que asusta y, por derivación, los ciudadanos asisten atónitos a la caída descomunal de este edificio llamado “estado del bienestar”. Es urgente tomar decisiones, explicar claramente que aquí tenemos problemas específicos y que toca remar todos juntos. El problema que veo a nivel moral es que hay unos cuantos que no quieren remar o que, después de provocar este desastre con su codicia y su indigencia intelectual, piensan beneficiarse de los remos ajenos, los remos de los que ni se lo bebieron ni se lo comieron.

Con respecto a los presuntos expertos del BBVA que han hecho estas previsiones a las que nos referimos, deberían de ser despedidos fulminantemente. Dicen que este año 2008 el PIB va acrecer un 1,3%. Las matemáticas sirven para algo, sobretodo para evitar la incoherencia. Hay que recordar a estos experto del BBVA que por ahora vamos 1T 08: 0,3%; 2T: 0,1% y que hasta el propio Gobierno ha reconocido que en el 3T y 4T el crecimiento va a ser 0 o negativo. Obviamente el cálculo del interanual y crecimiento PIB no se calcula así, pero en el referente del subyacente, aplicado a la econometría que utiliza el BBVA para sus cálculos, podemos acercarnos mucho a esos datos. EL 1,3% no sale de ninguna manera y no hay que ser ningún experto para darse cuenta: el crecimiento en 2008 rondará el -0,2%. Sobre las cifras de paro que comentan mejor no decir nada pues el informe afirma que a finales de año llegaremos al 11% de tasa de desempleo, cuando en octubre ya habíamos llegado a esa cifra. Demasiado inútil ejerciendo de experto.

domingo, 9 de noviembre de 2008