
En el reino: el principal partido de la oposición pienso que no tiene razón: las medidas que ha diseñado el Gobierno no serán paliativas, ¡ojalá lo fuesen!. No son paliativas porque la crisis aún no ha llegado, por lo que no palian nada, lo que sí son, son medidas ‘tapa agujeros’ y ‘cierra bocas’ (aunque cada vez tapan menos agujeros porque cada vez hay más, y cada vez pueden cerrar menos bocas porque cada vez más gente las está abriendo para decir que las-cosas-no-van. Tampoco la tiene cuando dice que el desempleo ha resurgido con este Gobierno; ¿qué están diciendo, qué con otro partido gobernando la tasa de paro estaría situada mucho más abajo?.
Todos los partidos califican las medidas adoptadas de insuficientes, y no lo son, lo que sí son: inútiles: no van a evitar nada porque lo que está llegando es inevitable, ni van a paliar porque no están diseñadas para eso. Sin embargo, ningún partido dice en qué se debe gastar la pasta que ya no hay (la semana pasada: el Ministro de Economía), ni de donde debería salir esa pasta que adicionalmente debería gastarse, porque siempre está lo de siempre: Si se gasta en cañones deja de gastarse en mantequilla: mejor, dirán algunas/os: la mantequilla favorece la producción de colesterol malo.
Y en todas partes (puede que aquí más), los sindicatos piden, exigen a los políticos que tomen medidas contra las desinversiones, contra los cierres, contra los posibles traslados, contra las teóricas deslocalizaciones: cada vez menos: fabricar, ¿dónde si las ventas están cayendo en todas partes?; y amenazan con ‘paros de actividad’ (ya no está de moda decir ‘huelga’, ¿por qué?) a las compañías que se plantean desinvertir, cerrar, trasladar; y se equivocan, ahora, y antes. Los sindicatos, los políticos, también las compañías.
Cuando todo iba bien, los sindicatos no estudiaron la situación, no pidieron audiencia a los políticos, y no les preguntaron que habían pensado para cuando la zona X ya no fuese competitiva para fabricar el bien Y para la empresa Z. No sé si vieron que iba a suceder lo que ahora está sucediendo (tiendo a pensar que si: tienen servicios de estudios, pero, entonces …).
Los políticos tampoco llamaron a los sindicatos y les dijeron que había que hablar de un tema: como enfocar la pérdida de competitividad de la zona X, zona en la que se halla ubicada la empresa Z y en la que esa empresa fabrica el bien Y.
Y ni los sindicatos ni los políticos dijeron a sus representadas/os ni a sus electoras/es que dentro de unos pocos años se iban a tener problemas en la zona X ya que la empresa Z iba a cerrar y que se iba a ir a otro lugar a fabricar el bien Y debido a que su fabricación no era competitiva en esa zona, razón por la que había que ir diseñando un plan sustitutivo.
Ahora sindicatos y políticos pueden decir lo que quieran, pero la única verdad es la de que durante el tiempo que ha durado el hiperconsumo y el hipercrédito, durante la época en la que ‘todo-iba-bien’, muy pocas/os se acordaron de que la competitividad es como el rocks que se pone al whiskey: a no ser que se renueve, se acaba deshaciendo, se diluye, hasta que desaparece, y cuando eso sucede, es muy, muy difícil recuperarla, máxime cuando ‘todo-va-mal-y-a-peor’.
(Vale, muy bien: la propuesta de la Comisión Nacional de la Energía puede ser calificada como se quiera, pero, al margen de los beneficios que las compañías eléctricas hayan declarado en sus cuentas, hay una partida virtual que suma 14.000 millones de euros y que está indicando que el coste de producir energía eléctrica en mayor que el precio al que esa energía puede ser cobrada. Se califica la propuesta, pero no se resuelve el problema … porque no es posible la solución que debería aplicarse. No entiendo como no se le ha ocurrido a nadie una que es genial (¿o sí se le ha ocurrido a alguien?): convertir ese importe en deuda pública: café para todos).
(Las cabezas visibles que están anuncian una nueva era en el modo de hacer las cosas en lo financiero alaban la política española desplegada en este campo. Alaban la regulación de las entidades financieras existente en España, sin embargo esos alabadores nada dicen sobre los criterios seguidos por las entidades financieras españolas para elegir negocios: ¿es de alabar conceder un crédito a alguien que tiene que destinar al pago de su devolución el 55% de sus ingresos mensuales?.
Esas cabezas visibles también proclaman el camino a seguir para ¡¡¡¡salir!!!!! de la situación en la que se hallan las economías mundiales: no importa el déficit, hay que reducir ingresos públicos rebajando impuestos y aumentar el gasto público interviniendo en donde sea necesario; y lo argumentan: ¡lo dijo Keynes!.
Como en Filosofía: ‘Niego la mayor’. Keynes no dijo eso así, y, lo más importante: lo dijo en un entorno temporal y en un escenario estructural que en nada se parecían a los actuales, en NADA. Keynes quería solventar una crisis de subconsumo en una atmósfera de sobreproducción a partir de unos niveles de deuda ridículos una vez hecha la ´limpieza’. Hoy los niveles de deuda son aberrantes; el subconsumo es real: no cabe más consumo en ninguna parte; y el exceso de oferta no es absorbible, por lo anterior y porque la productividad puede crecer infinitamente más que en los 30. Además, cuando Keynes dijo lo que dijo ‘no habían’ problemas con las commodities, hoy sí. Y, más además: entonces la economía planetaria ‘iba-a-más’ y ahora no porque, ni hace falta ni es conveniente ya que ahora sí hay un montón de problemas con los recursos.
Pienso que debería dejarse de decir que la solución estriba en aplicar políticas keynesianas. Sería conveniente: para no confundir al personal).
Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull
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