El Niño
El fenómeno El Niño ha sido ya descrito y muy tratado en los últimos años con una atención especial y detallada (Capel, 1999), que aquí nos limitaremos a resumir. El Niño se caracteriza básicamente por un calentamiento anómalo de la superficie del agua oceánica tropical del Pacífico Oriental y, particularmente, del litoral de Ecuador, Perú y norte de Chile.
Durante un evento del Niño, los alisios, vientos que soplan del este hacia el oeste, desaparecen y son remplazados por vientos de dirección contraria. En el mar, una contracorriente ecuatorial venida del oeste acumula agua caliente en aquella zona y el nivel medio del mar frente a la costa sudamericana se eleva varias decenas de centímetros. La baja densidad del agua superficial impide en esa zona el afloramiento normal (upwelling) de aguas profundas, frías y ricas en nutrientes, por lo que el fenómeno afecta gravemente a la pesca. Además detiene el avance hacia el norte de la corriente fría de Humboldt. Lo opuesto ocurre en el Pacífico Occidental. La temperatura superficial del mar disminuye en los mares de Indonesia y en el norte de Australia. Allí el nivel del mar desciende hasta casi medio metro en algunas áreas.
Situación típica del Niño. Anomalía térmica positiva en la superfice del mar en el Pacífico ecuatorial oriental y vientos atípicos del oeste que sustituyen a los alisios (dibujo: McPhaden, 2006)
La anomalía térmica oceánica del Niño viene acompañada con una anomalía en el campo de presiones. Por eso, al fenómeno del Niño, cuyo nombre original proviene de que era observado en la época navideña, también se le denomina ENSO o SOI (El Niño- Southern Oscillation Index), debido a la inversión oeste-este del gradiente de presión. En el oeste la presión aumenta y en el este disminuye, alterando la circulación de Walker. El nuevo gradiente barométrico va ligado a la disminución o desaparición temporal de los vientos alisios. La convección atmosférica en las aguas más próximas a Sudamérica, en donde el agua está más caliente de lo normal, facilita la reducción de los gradientes de temperatura y de presión entre el oeste y el este. Para cuantificar al índice ENSO suele utilizarse la anomalía del gradiente de presión entre Darwin (Australia), normalmente con presión relativa más baja, y Tahití, normalmente con presión relativa más alta.
Pero existen también otros índices, ahora más utilizados, que utilizan la variable de las temperaturas de las aguas en diversas regiones donde se produce el Niño. Por ejemplo, el índice NINO3 es la anomalía en la temperatura media del área comprendida entre 5S-5N de latitud, y 150W-90W de longitud, localizada en el Pacífico ecuatorial oriental, y el NIÑO3.4 entre 5S-5N y 170W-120W
Arriba, regiones del Pacífico Ecuatorial cuyas anomalías de temperatura del agua superficial del mar se utilizan como índices para dterminar la intensidad del Niño o de la Niña. Abajo, evolución del índice en la región NIÑO3.
Si comparamos el índice ENSO con el índice basado en las temperaturas se observa una relación inversa, aunque no perfecta. Por ejemplo, la fuerte intensidad del Niño de 1997-98 quedaba mejor reflejada en el índice térmico que en el índice de la anomalía de presión.
Arriba: Indice ENSO obtenido según las presiones en Darwin y Tahití. Abajo: Indice según las anomalías de la temperatura del agua superficial en la región NIÑO3.4
En el aspecto hidrológico, el Niño provoca fuertes lluvias en la costa de Ecuador, Perú y norte de Chile, unas regiones que, desde Guayaquil hacia el sur, son en tiempos normales extremadamente áridas. Las precipitaciones son fomentadas por la alta evaporación en el mar, cuyas aguas superficiales registran temperaturas varios grados superiores a las normales. Además, las tormentas son favorecidas por las presiones más bajas que se registran en aquella zona. Por el contrario, en la otra parte del Pacífico, la disminución de la temperatura de las aguas y el aumento de la presión atmosférica provocan sequías en Indonesia y en el norte de Australia, regiones que son normalmente muy húmedas.
El fenómeno del Niño es suficientemente influyente en la climatología, no sólo del Pacífico, sino de otras regiones del mundo, como para hacer aumentar o disminuír la temperatura media global en más de 0,5 ºC. Tal es lo ocurrido durante los meses de apogeo del Niño de 1997-1998. La variación en los campos de presión sobre el Pacífico tropical repercuten en el sistema general de circulación atmosférica, por lo que también se nota la influencia del Niño más allá de la región directamente concernida, si bien los efectos se debilitan con la lejanía. Así, por ejemplo, se suelen producir catastróficas sequías en el nordeste de Brasil y se agudiza la tendencia a la sequía en la región suroccidental de Estados Unidos. Como efecto positivo, es de señalar una menor frecuencia de huracanes en el Atlántico.
Efectos típicos del Niño en el Pacífico tropical y en algunas otras regiones del mundo.
El Niño no ocurre siempre con la misma intensidad, ni tampoco con una periodicidad exacta, la cual puede variar, por lo general, entre 4 y 8 años.
Todavía es un misterio cómo se origina y no se entiende cómo puede intervenir en su génesis la acción humana. Parece que en la última parte del siglo XX se ha producido un aumento de su frecuencia. Los fenómenos de 1972-73, 1982-1983, 1986-87 y 1997-98 han sido notables, pero aún es pronto para establecer tendencias a más largo plazo.
El nombre del Niño fue adoptado por pescadores peruanos en el siglo XIX, por haber notado que el fenómeno comenzaba en las proximidades de la Natividad y, en las publicaciones científicas se utiliza desde 1925, cuando el alemán Schott designó con él al movimiento anómalo de agua cálida desde las islas Galápagos hacia la costa ecuatoriana. En aquel año, las lluvias fueron tan catastróficas en la costa peruana, que la prensa mundial se hizo eco de las mismas. La temperatura del agua subió más de 7 ºC con respecto a la normal. También se conocen narraciones detalladas de un Niño intenso en 1891.
Pero existen registros históricos del fenómeno mucho más antiguos, desde la narración escrita de alguno de los primeros conquistadores europeos. Incluso hay quien ha especulado con el hecho de que la conquista de Pizarro se viese favorecida por su coincidencia con el fenómeno, auque otros análisis más concienzudos lo niegan. Finalmente, los estudios sobre el hielo andino, que permiten señalar los años de nieves intensas, los estudios sedimentarios continentales y marinos, así como el estudio del desarrollo anual de los corales (Urban, 2000), relacionado con la temperatura de las aguas, permiten extender cada vez más atrás en el tiempo, el conocimiento sobre la ocurrencia del fenómeno. A ello nos hemos referido ya en capítulos anteriores.
referencias:
Capel J.,1999, El Niño, y el sistema climático terrestre, ed. Ariel
International Research Institute http://iri.columbia.edu/climate/ENSO/background/monitoring.html
McPhaden M,. 2006, ENSO as an integrating concept in Earth Science, Science, 314, 1740-1745
Urban F. et al., 2000, Influence of mean climate change on climate variability from a 155-year tropical Pacific coral record, Nature, 407, 989-993
martes, 19 de agosto de 2008
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